Ballenas, esenciales, pero enfrentando muchos peligros

 


Contaminación, pesca y tráfico marítimo, principales riesgos para la vida de las ballenas

Fecha de Publicación
: 18/02/2025
Fuente: RTVE (España)
País/Región: Internacional


Pesca, contaminación, tráfico marítimo y cambio climático. Estos son algunos de los principales enemigos para la conservación de las ballenas, una especie que ejerce como verdadera "ingeniera ecosistémica" y que ayuda "mantener el equilibrio del medio marino".
Así lo han afirmado varios especialistas a EFE con motivo del Día mundial dedicado a estos cetáceos celebrado desde 1980, a instancias del activista hawaiano Greg Kauffman, con el objetivo de proteger de la extinción a las ballenas jorobadas de Maui en Hawái (EE.UU.). Esta conmemoración llega tan solo unos días después de que se publicaran unas impactantes imágenes en el que una ballena se tragaba a un deportista en kayak en Chile para después expulsarlo inmediatamente y sin producirle daños.
En este sentido, apuestan por proteger a estos animales y por la sostenibilidad en las actividades humanas. "Solo hay una forma de entender la salud humana, animal y del ecosistema: como una única salud", ha dicho el director del Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Antonio Fernández.

Muertes por ingestas de plásticos
Sobre el primero de los problemas señalados, la pesca, aunque está prohibida desde 1986, "varios países continúan con esta práctica como Japón, Rusia, Noruega o Islandia", explica el observador científico, Gorka Ocio, que señala también a los habitantes de las islas Feroe (Dinamarca), donde "matan a cuchillo cientos de cetáceos".
Aparte de la caza directa, las ballenas enfrentan otras circunstancias como los residuos derivados del ejercicio de la pesca. Fernández apunta, especialmente, a las redes a la deriva, que "terminan enredándose en las ballenas y tardan meses en morir". También la contaminación, ya que estos animales ingieren los plásticos abandonados en el mar pensando que es alimento corriente.
"El 2% de las muertes en los cetáceos varados analizados en los últimos 25 años en Canarias han sido causadas por este material", ha indicado tras especificar que este material "les provoca perforaciones gastrointestinales y obstrucciones en el estómago", entre otras afecciones. Para solucionarlo, Fernández apuesta por mayor investigación: diagnosticar bien las causas de muerte, tratar el problema de acuerdo con la causa y sobre todo prevenirlo.
Las ballenas también sufren el cambio climático, ya que "afecta a la distribución de las especies marinas", precisa la doctora en Biología por la Universidad de La Laguna, Natacha Aguilar. Los ejemplares que "se dirigen hacia zonas de alimentación históricas pueden encontrarse con que sus presas ya no están allí" y deben buscar nuevas áreas para alimentarse, añade.

El hábitat de las ballenas coincide con las rutas de tráfico marítimo
De acuerdo con Aguilar, los cetáceos también se ven amenazados por el incremento del tráfico marítimo mundial, tanto en frecuencia como en velocidad, que genera cada vez más colisiones. El hábitat de las ballenas coincide en el 92 % con la rutas de ese tráfico, pero "menos de un 7 % de las zonas de alto riesgo de colisión cuenta con medidas estratégicas para proteger a estos animales", según certifica un estudio publicado en la revista Science.
Además, el ruido de las embarcaciones "aumenta la contaminación acústica" y "puede causar estrés" por "enmascarar las señales de comunicación o alimentación" de ballenas y delfines, unas funciones biológicas vitales para ellos. Estos cetáceos pasan "tan solo el 20 % de su tiempo en la superficie y la mayoría de ese tiempo no se les ve", por lo que una posible solución sería "tener observadores profesionales a bordo de los barcos que informen en tiempo real" de su posición, según el presidente del centro de Conservación, información y estudio sobre cetáceos, Renaud de Stephanis.
Para Gorka Ocio, el remedio más eficaz para reducir este problema sería reducir la velocidad y modificar las rutas, sobre todo de los ferris rápidos. "Solo la sostenibilidad de nuestras actividades evitará que nos quedemos sin la riqueza de la fauna marina", ha reclamado, por su parte, Fernández, que insta a que "todos los actores implicados (científicos, políticos, proveedores de servicios, ciudadanía) asuman su responsabilidad" ante un patrimonio faunístico colectivo.
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