Seguimos haciendo oidos sordos al grito de alerta

 


Al ignorar deliberadamente el riesgo, el mundo financia su propia destrucción

Fecha de Publicación
: 24/05/2022
Fuente: Agencia IPS
País/Región: Internacional


Se suele decir que una persona pesimista es una persona optimista pero bien informada. En este caso, un buen número de personas puede creer que el ingenio y la inventiva humana son capaces de hacer frente a las catástrofes actuales y a las que se avecinan, como el impacto del cambio climático, por ejemplo.
Otros, en cambio, pueden pensar que ese ingenio humano se ocupará una vez más de los síntomas y no de las causas que los provocan. Por lo tanto, tendrían razón al querer estar informados y ser conscientes de las causas profundas de esos desastres para presionar a su erradicación.
De todos modos, e independientemente del nivel de optimismo o de optimismo informado de la gente, el gran problema puede recaer sobre los hombros de los políticos gobernantes, que están tan influenciados por las grandes empresas que muchas veces actúan como meros anunciadores de decisiones en lugar de tomadores de decisiones.
Asimismo, los demás organismos internacionales especializados y las comunidades científicas del mundo, la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Catástrofes (UNDRR, en inglés) recuerda que la actividad y el comportamiento humanos están contribuyendo a un número creciente de catástrofes en todo el mundo, poniendo en peligro millones de vidas, además de muchos beneficios sociales y económicos.

Los riesgos del optimismo y la subestimación
Su Informe de Evaluación Global de 2022 culpa específicamente de estas catástrofes a «una percepción errónea del riesgo basada en el optimismo, la infravaloración y la invencibilidad», lo que conduce a decisiones políticas, financieras y de desarrollo que exacerban las vulnerabilidades existentes y ponen a la gente en peligro.
El GAR 2022, como se conoce el informe que lleva como título «Nuestro mundo en peligro: Transformar la gobernanza para un futuro resiliente», va a ser la guía de la séptima sesión de la  Plataforma Global para la Reducción del Riesgo de Desastres, que se celebrará en Bali, en Indonesia, del lunes 23 al sábado 28 de mayo.
“El mundo necesita hacer más para incorporar el riesgo de desastres en la forma en que vivimos, construimos e invertimos, lo que está llevando a la humanidad a una espiral de autodestrucción», dijo Amina J. Mohammed, vicesecretaria general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuando presentó el nuevo informe en la sede del organismo en Nueva York.

Dejar de ignorar el riesgo…deliberadamente
«Los desastres pueden prevenirse, pero solo si los países invierten el tiempo y los recursos necesarios para comprender y reducir sus riesgos», planteó Mami Mizutori, representante especial del secretario general de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres y jefa de la UNDRR.
«Al ignorar deliberadamente el riesgo y no integrarlo en la toma de decisiones, el mundo está financiando eficazmente su propia destrucción. Los sectores críticos, desde el gobierno hasta el desarrollo y los servicios financieros, deben replantearse urgentemente cómo perciben y abordan el riesgo de desastres», añadió.

Se avecinan más catástrofes
Mientras tanto, la escala y la intensidad de las catástrofes van en aumento: en los últimos cinco años han muerto o se han visto afectadas más personas que en el quinquenio precedente, y se prevé que el número de catástrofes llegue a 560 al año, vale decir 1,5 catástrofes al día, para 2030.
A las repercusiones a largo plazo de las catástrofes se suma la falta de seguros que ayuden en los esfuerzos de recuperación para reconstruir mejor.
Desde 1980, solo 40 % de las pérdidas relacionadas con las catástrofes estaban aseguradas, mientras que los índices de cobertura de los seguros en los países en el Sur desarrollo eran a menudo inferiores a 10 %, y a veces cercanos a cero, según el informe.
Reforma de los presupuestos nacionales
Un área de riesgo cada vez mayor gira en torno a los fenómenos meteorológicos más extremos como consecuencia del cambio climático, recuerda el grupo de expertos de todo el mundo que redactó el informe, que reflejó las diversas áreas de conocimiento necesarias para comprender y reducir los riesgos complejos.
En el documento, piden que se reforme la planificación presupuestaria nacional para tener en cuenta el riesgo y la incertidumbre, al tiempo que se reconfiguran los sistemas jurídicos y financieros para incentivar la reducción del riesgo.
«La buena noticia es que las decisiones humanas son las que más contribuyen al riesgo de desastres, por lo que tenemos el poder de reducir sustancialmente las amenazas que se ciernen sobre la humanidad, y especialmente sobre los más vulnerables», aseguran los científicos.

Oídos sordos
Los reiterados llamamientos para que los presupuestos nacionales de los países aborden las áreas prioritarias, incluida la prevención de desastres y la reducción de riesgos, han caído en saco roto.
¿Cómo explicar si no que en 2021 el gasto militar mundial haya superado por primera vez los dos billones (millones de millones) de dólares?, según ha revelado el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri, en inglés).
El Sipri detalló que los arsenales nucleares mundiales crecen a medida que los Estados siguen modernizándolos, escalando así bruscamente el peligro de un número inimaginable de víctimas a causa de la más devastadora maquinaria de muerte
Siempre hay dinero suficiente para financiar la destrucción
Además, ¿cómo escuchar pasivamente que varios países europeos acaban de duplicar sus presupuestos militares en medio de una inminente crisis económica y social que afecta a sus ciudadanos?
¿Y cómo explicar que los políticos del mundo sigan subsidiando los combustibles fósiles con seis billones de dólares en un solo año, siendo plenamente conscientes de que esos combustibles siegan la vida de millones de seres humanos?

La indeseable guerra contra la naturaleza
“La humanidad está haciendo la guerra a la naturaleza. Esto es insensato y suicida. Las consecuencias de nuestra imprudencia ya se manifiestan en el sufrimiento humano, las enormes pérdidas económicas y la acelerada erosión de la vida en la Tierra», dijo António Guterres, secretario general de la ONU, en el prólogo del informe “Hacer las paces con la naturaleza. Plan científico para hacer frente a las emergencias del clima, la biodiversidad y la contaminación”, lanzado en 2021.

Demasiadas promesas vacías
Mientras tanto, ninguno de los objetivos mundiales acordados para la protección de la vida en la Tierra y para detener la degradación de la tierra y los océanos se ha cumplido plenamente.
Por ejemplo, al ignorar deliberadamente los crecientes riesgos, tres cuartas partes de la tierra y dos tercios de los océanos están ahora afectados por las actividades humanas.
Y un millón de los ocho millones de especies de plantas y animales que se calcula que hay en el mundo están en peligro de extinción, mientras que muchos de los servicios de los ecosistemas esenciales para el bienestar humano se están erosionando.
Además, ¿cómo se entiende que casi 1000 millones de personas en todo el mundo vivan en condiciones de extrema pobreza y se vean afectadas de forma desproporcionada por la degradación de la tierra, que puede detenerse y evitarse, y que amenaza su vivienda, sus alimentos, su agua y sus ingresos?
Todo esto será el contexto en que se reúnen delegados de todo el mundo en Bali la última semana de mayo, en la 7 Plataforma Global para la Reducción del Riesgo de Desastre.
«El mundo necesita hacer más para incorporar el riesgo de desastres en la forma en que vivimos, construimos e invertimos, ya que está llevando a la humanidad a una espiral de autodestrucción», pidió Mohammed, la subsecretaria general de la ONU.
Insistió en que «debemos convertir nuestra complacencia colectiva en acción. Juntos podemos frenar el ritmo de los desastres evitables”.
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