El acaparamiento de tierras sigue acentuándose

 


El acaparamiento de tierras asfixia a los pobres rurales en todo el mundo

Fecha de Publicación
: 20/06/2024
Fuente: Agencia IPS
País/Región: Internacional


Desde 2008, la adquisición de tierras agrícolas han duplicado sus precios en todo el mundo, exprimiendo a los agricultores familiares y a otros grupos rurales pobres. Los acaparamientos de tierras que el fenómeno produce están empeorando la desigualdad, la pobreza y la inseguridad alimentaria.
Exprimiendo a  la tierra y a los agricultores
Un informe del Panel Internacional Expertos en Sistemas Alimentarios Sostenibles (IPES-Food), publicado en mayo, pone de relieve el acaparamiento de tierras (incluso con fines aparentemente ecológicos), los medios financieros utilizados y algunas implicaciones significativas.
Poderosos gobiernos, financieros, especuladores y agroindustrias están obteniendo de forma oportunista el control de más tierras cultivables. El informe señala que la subida de los precios de los alimentos y el colapso financiero de 2007-2008 aceleraron más estas adquisiciones de tierras.
La flexibilización cuantitativa y la financiarización tras la crisis financiera mundial estallada en Estados Unidos en 2008 permitieron aún más acaparamientos de tierras. Inversores, empresas agroalimentarias e incluso fondos soberanos han obtenido tierras de cultivo en todo el mundo.
Los agronegocios y otros inversores quieren tierras para obtener más beneficios, por lo que instan a los gobiernos a permitir las adquisiciones. La tierra cultivable se está utilizando para cultivos comerciales, extracción de recursos naturales, minería, desarrollo inmobiliario y de infraestructuras, y proyectos ecológicos, incluidos los biocombustibles.
El acaparamiento de tierras se ha desarrollado de formas novedosas, ya que la mayoría de los acuerdos a gran escala desvían las tierras de cultivo de la producción de alimentos. En su lugar, se ha extendido una agricultura industrial perjudicial para el medio ambiente, que ha agravado la pobreza rural y la emigración.
La nueva fiebre por la tierra ha desplazado a pequeños agricultores, pueblos indígenas, pastores y comunidades rurales o ha erosionado su acceso a la tierra. Ha agravado la pobreza rural, la inseguridad alimentaria y la desigualdad en el acceso a la tierra. La marginación de los usuarios locales de la tierra ha hecho menos viable la agricultura familiar.
Los llamados acaparamientos verdes implican la apropiación de tierras por parte de gobiernos y empresas para dudosas plantaciones de árboles a gran escala, compensaciones de biodiversidad, secuestro de carbono, conservación, biocombustibles y proyectos de hidrógeno verde. La demanda de agua y otros recursos también amenaza la producción de alimentos.
La fiebre por la tierra se ha frenado en los últimos tiempos, pero las presiones y tendencias subyacentes continúan. La pandemia, las guerras de Ucrania y Gaza, y las respuestas de los gobiernos y los mercados han reavivado las narrativas alarmistas sobre la escasez de alimentos, justificando más acaparamientos.

Invertir en desposesión
Las inversiones agrícolas se multiplicaron por 10 entre 2005 y los siguientes 18 años. En 2023, 960 fondos de inversión especializados en activos agrícolas y alimentarios tenían propiedades por valor de más de 150 000 millones de dólares.
Casi 45 % de todas las inversiones en tierras agrícolas en 2018, por valor de 15 000 millones de dólares, fueron realizadas por fondos de pensiones y compañías de seguros. Durante 2005-2017, los fondos de pensiones, seguros y dotaciones invirtieron 45 000 millones de dólares en tierras agrícolas.
Como era de esperar, la consecuencia es que los precios de la tierra han aumentado continuamente durante dos décadas en América del Norte. Durante 2008-2022, los precios de la tierra casi se duplicaron en todo el mundo, ¡incluso se triplicaron en Europa Central y Oriental!
Los fondos de pensiones y otras inversiones privadas duplicaron los precios de las tierras agrícolas en el Reino Unido entre 2010 y 2015. Más recientemente, ¡las inversiones en tierras agrícolas estadounidenses se han duplicado desde la pandemia!
Uno por ciento de las explotaciones agrícolas más grandes del mundo posee ahora 70 % de las tierras de cultivo. En América Latina, ¡55 % de las explotaciones solo posee 3 % de las tierras de cultivo!
Más de la mitad de las tierras agrícolas así obtenidas se destinan a cultivos que requieren mucha agua. Mientras que una quinta parte de los acuerdos de tierras a gran escala pretenden ser ecológicos, ¡87 % se encuentran en zonas de alta biodiversidad!
La minería representó 14 % de las transacciones de tierras a gran escala en la última década.
La creciente demanda de tierras raras y otros minerales críticos está impulsando la minería en antiguas tierras de cultivo, empeorando la degradación medioambiental y los conflictos.
En lugar de proteger los intereses nacionales, sociales o comunitarios, la normativa parece proteger a los culpables. Las condiciones de estos acuerdos a menudo empeoran las cosas. Así, empresas extranjeras demandaron con éxito al gobierno colombiano por intentar detener su proyecto minero a gran escala.

Acaparamiento de tierras ecológicas
Algunos gobiernos y grandes empresas abogan por el cumplimiento de las normas medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, en inglés). Sus criterios invocan la sostenibilidad, incluidos los objetivos climáticos, para justificar planes elitistas de conservación y compensación de carbono.
Más de la mitad de las promesas gubernamentales de eliminación de carbono afectan a las tierras de pequeños agricultores y pueblos indígenas. Las apropiaciones verdes para compensaciones de carbono, biodiversidad, conservación y proyectos de biocombustibles representan una quinta parte de los acuerdos de tierras a gran escala.
Las promesas gubernamentales de absorber dióxido de carbono en la superficie terrestre comprometen casi 1200 millones de hectáreas, ¡el equivalente a la superficie mundial de tierras de cultivo!
A pesar de los modestos beneficios climáticos, se prevé que los problemáticos mercados de compensación de carbono se cuadrupliquen en los próximos siete años, impulsando aún más acaparamientos de tierras.
Los mercados de compensación de carbono y biodiversidad impulsan estas transacciones, atrayendo a los grandes contaminadores a los mercados de tierras. Tan solo el gigante grupo petrolero Shell ha destinado más de 450 millones de dólares a proyectos de compensación.

Acaparamiento de tierras en África
El acaparamiento de tierras es un fenómeno mundial y afecta de forma diferente a unos lugares y a otros. El acaparamiento de tierras ha afectado significativamente al África subsahariana y a América Latina, mientras que la desigualdad de tierras crece en Europa Central y Oriental, América Latina y el sur de Asia.
Susan Chomba y Million Belay descubrieron casi 1000 transacciones de tierras a gran escala en África desde el año 2000. Mozambique contaba con 110 acuerdos de este tipo, seguido de Etiopía, Camerún y la República Democrática del Congo.
Unos 25 millones de hectáreas corresponden a Blue Carbon, dirigida por un miembro de la realeza de Dubái. La empresa ha comprado derechos sobre bosques y tierras de cultivo para vender compensaciones de carbono. La tierra procede de cinco gobiernos africanos anglófonos, y afecta a una quinta parte de Zimbabue, una décima parte de Liberia, Kenia, Tanzania y Zambia.
Los acuerdos sobre tierras a gran escala ponen en mayor riesgo a las comunidades indígenas y de pastores. En Etiopía, Ghana y otros lugares, las ventas de tierras han obligado a los agricultores a trabajar en parcelas más pequeñas y fragmentadas, a convertirse en trabajadores asalariados o a emigrar, socavando su capacidad para alimentarse a sí mismos, a sus comunidades y a otras personas.
Los pequeños agricultores, pastores y comunidades indígenas africanos llevan mucho tiempo protegiendo sus tierras y su biodiversidad. Sin embargo, la mayoría carece ahora de los derechos y medios para hacerlo de forma más eficaz, por no hablar de alimentar a África y mejorar la acción climática.
Así pues, la crisis climática se está utilizando contra las comunidades rurales africanas.
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