Una experiencia de decrecimiento



Decrecimiento: es hora de cambiar el mundo

Fecha de Publicación
: 07/02/2018
Fuente: Agencia DW
País/Región: Internacional


Escándalo diésel, cambio climático, especies en extinción. ¿Quién hace algo al respecto? Tras abandonar la ONU, Christiane Kliemann nos da una muestra de cómo se pueden obtener ganancias a pesar de la ausencia de lujos.
Christiane Kliemann es una persona adorable y tiene firmes convicciones. Esta mujer de 50 años recomienda no usar envases plásticos a la hora de comer y ofrece soluciones: cada trabajador debería tener su propia taza para reutilizarla en la máquina de café, por ejemplo. Técnicamente, esto es posible desde hace mucho tiempo, pues la máquina detecta si una taza está debajo de la boquilla del surtidor o no.
Kliemann dejó de usar plástico. Hace años que no utiliza automóvil, se niega a viajar en avión y dejó su bien remunerado cargo en la Secretaría de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC). Christiane, madre de cuatro hijos, se mudó de una espaciosa casa en una zona privilegiada de la ciudad a un remolque. "Creo que todos sienten una profunda necesidad de llevar una vida significativa y todos desean contribuir con algo valioso a la sociedad y su entorno", dice.
Con esta determinación, la experiodista presentó una solicitud laboral ante la ONU, pero pronto se dio cuenta de que allí ciertos temas eran tabú, como preguntar si el medio ambiente y la humanidad se beneficiaban del "crecimiento económico y las estructuras capitalistas". Tuvo una experiencia clave en 2012. La comunidad internacional hizo un balance en Río de Janeiro de cuánto se había progresado en los últimos 20 años con respecto al cambio climático y la biodiversidad. "Me alarmé al constatar que las condiciones habían empeorado en todas las áreas, pero en vez de decir hemos cometido errores y estamos abriendo nuevos caminos, los responsables políticos postergaban su decisión para evitar seguir perjudicando el sistema".
La ahora activista medioambiental hace mención de las emisiones en constante aumento y de la decisión del Gobierno federal alemán, en 2009, de premiar el desguace de autos antiguos. En ese momento, los propietarios de automóviles recibían un premio "medioambiental" por desechar su viejo automóvil, incentivando así la compra de nuevos modelos, menos contaminantes. "Se produjo mucha chatarra, residuos de energía y se gastaron recursos en la producción de automóviles modernos", dice Kliemann.
Según ella, el miedo y las razones por las que la economía podría colapsar hacen que las personas actúen cada vez más rápido para mantenerla en funcionamiento. Sin embargo, el ejemplo de Grecia demuestra que un caos social y la pobreza son el resultado de esta aspiración de crecimiento no satisfecha. Pero detener el crecimiento no es la solución, sino la transformación completa del sistema: el decrecimiento o post-crecimiento son los enfoques para un cambio que toma en cuenta las necesidades generales, la justicia social y la sostenibilidad ambiental.
Para contrarrestar la escasez de recursos, la contaminación y la pobreza, los partidarios del decrecimiento exigen una mayor fiscalización a los viajes aéreos y al consumo de energía y materias primas, además de la eliminación de privilegios fiscales para empresas concesionarias de automóviles y la expansión tanto del transporte público como de las ciclovías. A cambio, la economía local debe promoverse fiscal y legalmente, las áreas verdes deben conservarse y en las guarderías y escuelas la  educación ambiental debería reforzarse.
Estas medidas, cree Kliemann, tienen como efecto colateral una contracción económica. "Solo podemos hacer el cambio si alejamos el pensamiento competitivo y aprendemos a pensar en solidaridad y cooperación", apunta la ambientalista.
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