Selva maya, ejemplo de sustentabilidad

Programas en la selva maya, ejemplo de sustentabilidad ecológica

Fecha de Publicación: 01/12/2010
Fuente: EFE
País/Región: México


Programas de aprovechamiento de la selva maya mexicana impulsados por varias ONG ayudan a mantener el equilibrio ecológico, dan a las comunidades medios de subsistencia y abastecen la industria turística de Cancún, principal destino de playa de México.
Poblaciones forestales como Betania, con 700 habitantes, en el municipio de Felipe Carrillo Puerto, en el estado de Quintana Roo han dividido racionalmente sus 11.000 hectáreas para que el ejido cuente con una zona agropecuaria, otra forestal de explotación permanente y áreas de conservación.
En la zona forestal solo se puede explotar cada año 200 hectáreas de un total 5.000 y transcurrido ese tiempo se inicia un proceso de reforestación con maderas preciosas como la caoba y el cedro.
El 80% de lo que obtienen por la venta de los recursos forestales se queda en manos de los campesinos y el resto se va a un fondo que les permite adquirir equipo y dar continuidad a sus programas.
Héctor Magallón, coordinador de la campaña de bosques y selvas de Greenpeace, destacó durante un recorrido con periodistas por la localidad que los esfuerzos de conservación que se hacen en estas comunidades son de gran importancia en el país, donde cada año se pierde 500.000 hectáreas de bosques y selvas por la deforestación.
Rosa Ledesma, subdirectora técnica de la Organización de Ejidos Productores de la Zona Maya, explicó que esta rotación en la explotación de los recursos permite garantizar la sustentabilidad y el buen uso de los mismos.
Gracias a su trabajo de extracción de madera, campesinos como Timoteo Tec Nic han logrado ser parte de la cadena productiva que abastece la industria turística de Cancún, a la que proveen de maderas, sin tener que abandonar sus comunidades para buscar trabajos en la ciudad.
Dentro de la misma zona forestal otro de los productos que esta comunidad explota es la recolecta de la resina que sirve de base a la elaboración de chicle y que se exporta a varios países.
La mayor parte del dinero con el que se mantiene la familia de José Chuc May, compuesta por tres hijos y su esposa, proviene de lo que gana recolectando la resina que emana del árbol de chicozapote, con el que se obtiene la base del chicle.
Desde muy joven su padre le enseñó los secretos para obtener la resina del árbol que pasan por realizar unos superficiales cortes en los troncos en forma de "v" que no pueden ser muy profundos para no provocar la muerte del árbol.
En la zona agropecuaria, una mayoría de mujeres y niños se dedican al cultivo de granos como el maíz y el fríjol, que usan para el autoconsumo.
Sin embargo, la comunidad quiere poner en marcha un proyecto para comercializar hasta seis variedades de maíz que se da en la región y poder diversificar las fuentes de ingresos.
Según Ledesma, este proyecto pretende evitar que los agricultores mayas se vean obligados a utilizar semillas provenientes de otras partes del país o incluso del extranjero.
La zona de conservación, donde no se permite ningún tipo de actividad humana, resguarda un gran cenote de aguas cristalinas y vestigios arqueológicos que son celosamente guardados por los habitantes de esta comunidad forestal.

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