Geoingeniería: hackear el planeta

Geoingeniería: pros y contras de hackear el planeta

Fecha de Publicación: 29/01/2010
Fuente: Alt1040
País/Región: Internacional



Ayer se publicó que Bill Gates ha decidido destinar $4.5 millones de dólares en financiar investigaciones en geoingeniería. Para quienes no sepan, esta disciplina pretende modificar de forma deliberada las condiciones ambientales de la Tierra a gran escala. El propósito de esta ciencia es modificar el clima de modo que se puedan contrarrestar los efectos negativos producidos por el calentamiento global.
La geoingeniería es una rama compleja que incluye a expertos en meteorología, química atmosférica, ecología, botánica, ingeniería aeronáutica, balística, y manejo de riesgos. Cada vez son más los organismos que ven en esta práctica una esperanza para sopesar el daño climático, como la NASA, el Parlamento del Reino Unido o la Sociedad Real. Claro está, no todo mundo está de acuerdo con la idea. Organizaciones ambientales como Greenpeace se hayan renuentes a que el ser humano modifique artificialmente las condiciones meteorológica s del planeta.
El dinero que ha invertido Bill Gates irá a parar directamente a las manos de dos eminencias del campo: Ken Caldeira, del Departamento de Ecología Global de Stanford; y el físico David Keith, de la Universidad de Calgary. Ambos expertos decidirán hacia qué proyecto se enfocará el financiamiento. Gates desea que se apliquen en investigaciones sobre cómo alterar la estratósfera para reflejar la luz solar. “Si bien está bien que aislemos las casas y apaguemos las luces, para resolver realmente el problema hay que invertir más tiempo en acelerar la innovación”, dijo el otrora mandamás de Microsoft.
Muchos científicos ven a la geoingeniería como una medida de emergencia en caso de que el mundo fracase en sus intentos por disminuir el aumento desconsiderado de emisiones de CO2. Y es que los activistas ambientales advierten sobre los riesgos éticos de esta disciplina, ya que el más ligero error podría provocar un desbalance que sólo empeoraría la situación. El problema es que la meteorología es a las ciencias naturales lo que la economía a las sociales: rara vez ocurre lo que se predice. El desconocimiento sobre el equilibro terrestre es amplio, y aún se ignora de qué forma hackear el planeta puede repercutir en el futuro. Sin embargo, en palabras del propio Keith, el riesgo de no investigar sobrepasa el riesgo de hacerlo.
Keith no sólo defiende la investigación, sino que propone la creación de un fondo internacional para la administración de la radación solar (solar-radiation management), una técnica cuyo propósito es reducir el calentamiento global mediante el reflejo de los rayos solares. Dicho fondo iniciaría con 10 millones de dólares, y se iría elevando paulatinamente hasta alcanzar los mil millones en 2020.
Mención aparte merece el debate sobre el uso de la geoingeniería con aplicaciones militares. Basta recordar iniciativas como la Operación Popeye, un proyecto militar de Estados Unidos emprendido entre 1967 y 1972, durante la Guerra de Vietnam. La Operación Popeye consistía en sembrar las nubes con yoduro de plata, de modo que las condición del monzón se extendieran sobre el territorio de Laos, de modo que la lluvia continua ralentizara el tráfico de camiones con armamento y víveres. Sin ánimos de alarmar, si ese tipo de iniciativas tenían lugar hace 40 años, ¿qué no se podría hacer con los avances actuales?

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