Deforestación en Paraguay amenaza hasta las artesanías

Indígenas lamentan que la deforestación amenaza su artesanía

Fecha de Publicación
: 07/09/2015
Fuente: ABC Color
País/Región: Paraguay


Representantes de algunos de los cerca de 20 pueblos indígenas del Paraguay lamentaron que la deforestación esté amenazando a las materias primas con las que elaboran sus productos artesanales.
“Cada vez nos resulta más difícil encontrar la materia prima con la que elaboramos nuestras artesanías, por la deforestación”, expresó hoy a Efe Lisandra Ramírez, artesana del pueblo indígena Qom, que en Paraguay está asentado en el sur de la región del Chaco.
Así, plantas como el caraguatá, un tipo de bromelia con cuyas fibras vegetales se tejen desde pulseras hasta hamacas, o el caranday o palmera de agua, que sirve para elaborar cestería, abanicos y hasta partes de vivienda, estarían en riesgo de desaparecer por el avance de la tala de árboles, especialmente en la región del Chaco.
Con estas plantas, también se pone en peligro la supervivencia de una expresión cultural, la artesanía, que va ligada a los ritos y creencias de los pueblos originarios, ya que, según Ramírez, “cada producto tiene su historia y significado”. Las barreras para acceder a las materias primas también limitan la producción de artesanías como medio de subsistencia para los nativos.
“A veces tratamos de vivir de la artesanía porque no es fácil insertarse en un contexto laboral de no indígenas, porque hay aún mucha discriminación”, denunció Ramírez. La artesana explicó que la deforestación, causada en gran parte por empresas extranjeras, avanza sobre los territorios ancestrales indígenas, les despoja de sus medios de vida y les expulsa hacia las ciudades, donde viven en la precariedad.
“Algunos indígenas sin tierras ven como la única alternativa marcharse a las ciudades a pedir limosna, y viven en la calle o caen en la enfermedad de las drogas. Entonces la gente generaliza y dice que los indígenas no queremos trabajar, y se refuerza la discriminación laboral”, aseguró.
Otra artesana, Luciana Ferreira, del pueblo indígena ishir, radicado en la región de la triple frontera entre Paraguay, Bolivia y Brasil, opinó que la llegada de empresarios extranjeros al país tiene “parte positiva y parte negativa” para el mantenimiento de la artesanía indígena.
“Los indígenas vemos a algunas empresas extranjeras como fuentes de trabajo. Además, muchas veces, cuando los hombres van a trabajar a las estancias, traen después los materiales con los que las mujeres hacemos artesanías. Ésa es la parte buena”, resaltó. Además, indicó que a veces los turistas de países extranjeros son mejores clientes de artesanías que los paraguayos, “porque se interesan por saber de dónde vienen las cosas, y el trabajo que cuesta hacerlas, y no sólo por mirar los precios”.
La contrapartida, sin embargo, sería que la expansión de las compañías foráneas restringe el acceso de los nativos no sólo a sus materias primas, sino también a los espacios donde desarrollar sus prácticas culturales, o a sus lugares sagrados. “Quienes vengan a instalar su empresa en Paraguay deberían conocer primero que en la tierra hay pueblos indígenas, que tienen sus tradiciones y dependen de un paisaje que les sirve de utilidad. No queremos que vengan a intentar cambiar nuestra cultura, porque nos sentimos orgullosos de ella”, señaló Ferreira.
La segunda feria nacional de los pueblos indígenas, que comenzó este viernes, se desarrollará hasta el próximo domingo con apoyo del Instituto Paraguayo del Indígena (Indi), el Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA), y el Fondo de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), entre otros.
En Paraguay casi un 2 por ciento de la población se reconoce como indígena de algunas de las 20 etnias que existen en el territorio, divididas en cinco familias lingüísticas diferentes. El 76 % de los aproximadamente 116.000 nativos de Paraguay vive en situación de pobreza extrema, según datos del Indi, en su mayoría debido a que fueron desposeídos de sus tierras ancestrales durante la dictadura (1954-1989) y en la primera década de democracia.
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