115.000 Tn de basura radiactiva tiradas en el Atlántico

Las 115.000 toneladas de basura radiactiva olvidadas en el Atlántico Nordeste

Fecha de Publicación
: 08/05/2013
Fuente: Yahoo
País/Región: Internacional


A pocos kilómetros de la costa francesa y a sólo 124 metros de profundidad, un submarino dirigido por control remoto enviado por periodistas alemanes acaba de encontrar dos bidones con residuos radiactivos lanzados al Canal de la Mancha en la década de 1950. Los contenedores, de origen belga o británico, confirman que bajo el Atlántico hay una bomba de relojería.
Hubo un tiempo en el que a las autoridades de los países con instalaciones nucleares les pareció una excelente idea deshacerse de sus residuos radiactivos arrojándolos en alta mar. Entre 1949 y 1982, ocho países europeos tiraron por la borda unos 223.000 bidones con 115.000 toneladas de basura nuclear en el Atlántico Nordeste, en ocasiones a sólo 200 kilómetros de las costas españolas. Eran desechos radiactivos de baja actividad procedentes de reactores atómicos, de instalaciones médicas y de la industria. Tres décadas después, los países responsables se desentienden de aquella barbaridad medioambiental. Los bidones siguen bajo el océano, sin prácticamente ningún control.
“Aunque el vertido de residuos al mar ha cesado, el material todavía puede fugarse de sus contenedores”, alertaba un grupo de científicos en 2010. La vida media de los bidones de hierro que encierran los residuos radiactivos oscila entre los 15 y los 150 años, aunque los que disponían también de una cubierta de hormigón podrían durar hasta un milenio. “La estrategia de eliminación de los residuos de baja actividad fue más de dispersión y dilución que de contención”, resumían lacónicamente los expertos, dirigidos por Tim Le Bas, del Centro Nacional de Oceanografía de Southampton (Reino Unido).

Peces y crustáceos contaminados
En otras palabras, los gobiernos de algunos países nucleares —Reino Unido, Bélgica, Suiza, Alemania, Francia, Italia, Países Bajos y Suecia— pensaban que unas pocas decenas de miles de toneladas de basura radiactiva no se notarían en los 1.386.000.000 billones de litros de agua que hay en los océanos. La expedición de los periodistas alemanes, sin embargo, muestra que la basura sigue debajo de la alfombra.
No es la primera vez. A finales de la década de 1990, científicos franceses de la Universidad de Aix-Marsella viajaron a uno de los últimos lugares del Atlántico Nordeste empleados como cementerio nuclear. Allí tomaron ejemplares de Coryphaenoides armatus, un pez de aguas profundas de hasta un metro de longitud, y de Eurythenes gryllus, un pequeño crustáceo que se alimenta de animales muertos. Los investigadores se toparon con restos de plutonio-239 y plutonio-240, generados en los reactores nucleares a partir del uranio. Sus análisis “sugieren una influencia de los residuos vertidos y subrayan el posible papel desempeñado por estos organismos necrófagos en la dispersión de elementos radiactivos procedentes de los residuos vertidos en el Atlántico Nordeste”, según publicó en 1998 la oceanógrafa Sabine Charmasson.
Dos años después, los expertos del Convenio para la Protección del Medio Ambiente Marino del Atlántico del Nordeste (Ospar), que agrupa a los países de la UE, identificaron como una “prioridad” la investigación de “la importancia de posibles fugas en los antiguos vertederos y, si es necesario, el desarrollo y la implementación de una política adecuada para prevenir la contaminación”.
Sin embargo, esos estudios no se han llevado a cabo. En 1995, la Agencia de la Energía Nuclear de la OCDE finalizó su programa de vigilancia de los residuos radiactivos lanzados al agua en el Atlántico Nordeste. “Los análisis mostraron aumentos de la actividad radiológica en los puntos de vertido, sugiriendo fugas medibles pero con un impacto radiológico despreciable”, concluía su informe final. Desde entonces, nada.

Bidones débiles
“Actualmente no hay planes dentro de la Agencia de la Energía Nuclear para llevar a cabo más seguimiento de los residuos vertidos en el Atlántico. Y, hasta donde yo sé, no hay ningún seguimiento [de otros organismos] actual ni planificado para vigilar estos vertederos” del Atlántico Nordeste, reconoce el ingeniero nuclear Ted Lazo, el principal especialista en la materia dentro de la agencia. Rusia sí que ha anunciado este año una campaña para buscar posibles fugas radiactivas en el mar de Kara, una masa de agua al norte de Siberia que fue usada durante décadas como cubo de basura para el programa nuclear ruso. Allí descansan submarinos nucleares soviéticos e incluso 14 reactores atómicos completos.
«No hay planes para llevar a cabo más seguimiento de los residuos vertidos en el Atlántico Nordeste»
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