Caos climático: situación actual y perspectivas

Caos climático: situación actual y perspectivas

Fecha de Publicación: 22/01/2009
Fuente: La Voz del Interior
País/Región: Internacional


El último informe del Instituto Worldwatch proyecta sombrías perspectivas sobre el futuro del ecosistema planetario.
Once de los 12 máximos registros de calor relevados entre 1800 y 2008 se produjeron en los últimos 11 años. Lo señala el Instituto Worldwatch (WI, por sus siglas en inglés) en su Estado del Mundo 2009, dedicado a analizar lo que denomina el "caos climático" que amenaza el ecosistema planetario.
El trabajo de WI, uno de los institutos de investigaciones ecológicas más importantes del mundo, describe con rigor científico el descalabro producido por la imprevisión y la desaprensión del ser humano, intensamente dedicado, al parecer, a la destrucción de su hábitat.
Durante años, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas fue criticado por las grandes corporaciones petroleras del mundo, que le atribuían un excesivo alarmismo.
Sin embargo, la comparación estadística de los cuatro informes producidos por el IPCC entre 1990 y 2007 demuestra que fue en extremo prudente en sus análisis y previsiones. Y lo es aún más en su reciente informe.
Atribuye el constante aumento de las emisiones de los gases causantes del efecto invernadero sobre todo a la expansión del consumo de los combustibles fósiles y a la deforestación, que en la región amazónica asume proporciones catastróficas para el futuro de la humanidad, porque la enfrenta al riesgo de pérdida de su mayor "pulmón" y de las reservas de agua potable incontaminada más grandes del planeta. Para compensar de algún modo la tragedia ecológica de la Amazonia, en 2006 se inició una campaña para plantar dos mil millones de árboles en 150 países.
Se ha pasado de una emisión de 22.600 millones de toneladas de anhídrido carbónico en 1990 a 31 mil millones de 2007, es decir, un crecimiento del 37 por ciento. Y nada permite esperar en un futuro inmediato una fuerte disminución de las emisiones, a pesar del Protocolo de Kioto y de abundantes compromisos y declaraciones internacionales.
El cambio climático afecta también a los mares, que están perdiendo salinidad por el gigantesco aporte de agua proveniente de los deshielos, lo que altera la biomasa, con riesgo cierto para la supervivencia de muchas especies y, de manera correlativa, el acceso a un importante recurso alimentario.
En las evaluaciones del IPCC no se incluyen estimaciones acerca del impacto de la disminución de los glaciares de Groenlandia y la península antártica, porque se considera que los márgenes de incertidumbre acerca de la velocidad de esos deshielos son aún demasiado altos.
Si se proyecta hasta el fin de siglo la actual tendencia, el nivel de los mares crecería 59 centímetros hacia 2099, pero si se agregasen los deshielos de Groenlandia y la Antártida, el aumento sería tres veces mayor: sobrepasaría el metro y medio, con lo cual centenares de centros urbanos asomados a los océanos quedarían semicubiertos por las aguas.
A su vez, la retirada de los glaciares de la región del Himalaya, a razón de 35 metros por año, afectará en los próximos años al Ganges, el río del cual depende la vida de millones de seres humanos.
Advierte además el informe de WI que están apareciendo en el planeta los llamados tipping points, que son los cambios irreversibles que se producen en el ecosistema global, o sea que no pueden ser restaurados en una escala que permita cubrir las necesidades de la humanidad.
Menciona al respecto el caso de la corriente del Golfo, que calienta la parte noroccidental de Europa. La afluencia masiva de agua dulce derivada de la pérdida de los glaciares árticos podría bloquear o hacer más lento el curso de esa corriente, y ello provocaría una oleada de frío que afectaría de modo permanente a Gran Bretaña y la península escandinava.
Para evitar que el caos climático alcance una magnitud incontrolable, sería necesario reducir el crecimiento de la temperatura global a prácticamente 1,4 grado sobre los niveles de la era preindustrial, es decir, el primer cuarto del siglo XIX. Un objetivo inalcanzable, alerta WI con realismo no exento de pesimismo.

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