Latinoamérica paga los platos rotos de la crisis climática

 


Cambio climático: así Latinoamérica paga los platos rotos de la falta de acción global

Fecha de Publicación
:07/09/2023
Fuente: Bloomberg
País/Región: América Latina


Los cambios extremos del clima se están manifestando en Latinoamérica con incendios en el Amazonas, la incidencia de ciclones tropicales y barreras asociadas al acceso a la alimentación
Latinoamérica se enfrenta a su propia teoría del caos climático, pues mientras las mayores economías del planeta siguen sin cumplir sus metas ambientales, el paso de esta locomotora está desencadenando grandes, y a menudo impredecibles, impactos globales en regiones vulnerables, que a su vez se enfrentan a la inacción local que incrementa los riesgos.
Aunque Latinoamérica es responsable únicamente del 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo, sus ecosistemas están entre los más vulnerables a los efectos del cambio climático.
Las malas prácticas del sector agrícola ponen más presión para la conservación de los territorios, al mismo tiempo que los efectos de esta situación estarían reflejándose ya en la productividad de las distintas industrias.
“Los empresarios en general han tenido que evidenciar cambios puntuales en los costos de producción como en los insumos, las materias primas, el acceso al uso de la energía y el agua”, advirtió en entrevista con Bloomberg Línea la coordinadora de Campañas para Greenpeace Colombia, Tatiana Céspedes.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) expresa que el cambio climático es quizá la mayor externalidad negativa posible en la economía global y que los países más vulnerables a nivel ambiental y económico son aquellos que no cuentan con procesos claros de mitigación y adaptación al cambio climático.
Factores atenuantes como la inseguridad alimentaria, la pobreza y las falencias en el acceso a la vivienda digna, ponen a Latinoamérica en una situación más complicada de cara a los efectos que puede tener el cambio climático.
El acelerado crecimiento urbano, mayormente en los países en desarrollo, ha estado acompañado de una mayor demanda de transporte, servicios públicos, insumos y productos y, en general, de una mayor presión sobre los recursos naturales y los bienes y servicios ambientales.
Para WWF este crecimiento ocasiona externalidades negativas, tales como la contaminación atmosférica, la generación de gases de efecto invernadero, accidentes viales, problemas de salud y contaminación del agua.
Asimismo, la desarticulación en el discurso político en la región ha retrasado las acciones climáticas en algunas de las mayores economías de Latinoamérica, por lo que se espera que el giro político en economías como Brasil se refleje en decisiones puntuales y una vocería más decidida en el continente.
El Banco Mundial ha advertido que en 2023 unas 5,8 millones de personas podrían caer en la pobreza extrema como resultado del cambio climático y en el 2050 unas 17 millones de personas podrían ser desplazadas por estos impactos.
Latinoamérica y el Caribe presenta vulnerabilidades climáticas asociadas a ciertos condicionantes como su ubicación geográfica, al estar rodeadas por los océanos Pacífico y Atlántico.
La OMM indica que “el clima está influenciado en gran medida por las temperaturas superficiales del mar predominantes y los fenómenos de acoplamiento atmósfera-océano a gran escala conexos, como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS)”.
Desde Greenpeace consideran que ciudades costeras como Río de Janeiro están en riesgo por huracanes, mientras que urbes en las montañas de la cordillera de los Andes podrían experimentar riesgos por inundaciones y de deslizamiento.
Advierte que otros territorios ubicados en lugares en donde antes existían diferentes ecosistemas como humedales corren alto riesgo por deslizamiento, nombrando casos como el de Bogotá o Ciudad de México.
A nivel mundial, las ciudades son responsables del 70% de los gases de efecto invernadero y consumen el 80% de la energía producida en el planeta, de acuerdo a cifras recopiladas por WWF.
Al mismo tiempo, complementó, muestran altos niveles de contaminación atmosférica con sus efectos colaterales negativos en la salud, intensificados por el cambio climático.
Eventos relacionados al clima y sus impactos dejaron en Latinoamérica y el Caribe más de 312.000 muertos y más de 277 millones de personas afectadas únicamente entre 1998 y el 2020, de acuerdo con cifras divulgadas por la ONU.

Cambio climático y su golpe en los cultivos de Latinoamérica
Latinoamérica y el Caribe se enfrentan a una disyuntiva, pues mientras el sector agrícola participa con un 47% de las emisiones, por encima del promedio global, es al mismo tiempo una de las industrias que puede sufrir las mayores consecuencias por el golpe del cambio climático.
Consultado por Bloomberg Línea en Colombia, el climatólogo y director del pregrado de Ciencias del Sistema Tierra de la Universidad del Rosario, Benjamín Quesada, manifestó que en un escenario tendencial de gases de efecto invernadero, los rendimientos de los cultivos de aquí a 2050 se reducirán de 7% a 8% en promedio en la región, basado en cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Esta situación podría agudizarse por cuenta del aumento de plagas, la escasez de agua o la reducción de nutrientes en los cultivos, que no estarían contempladas en estas simulaciones de impacto.
“Para contrarrestar los efectos, es imperativo reducir las causas, mitigando la quema de combustibles fósiles y la deforestación, dos flagelos que explican el cambio climático a nivel global. Esto permitirá tener menor dependencia a combustibles que están escaseando año tras año y aumentar la resiliencia socioeconómica a largo término”, apuntó.
Añadió que la adaptación al cambio climático ya en curso es crucial para limitar las pérdidas, en tanto que los costos de inacción son sustancialmente mayores a las inversiones necesarias en materia de resiliencia climática en todos los sectores (transportes sostenibles, matriz energética más renovable, industria menos carbonizada, etc.).
WWF dijo que el aumento de eventos climáticos extremos como las sequías e inundaciones impactarán los cultivos y afectarán la seguridad alimentaria, lo que podría generar cambios en el tipo de alimentos que se siembran debido al aumento de la temperatura.
Advierte que de no implementar un ordenamiento territorial coherente con el medioambiente, invertir en infraestructura ecoeficiente y socialmente inclusiva, implementar sistemas de prevención y alerta temprana de desastres o desarrollar instrumentos económicos y normativos que promuevan una reducción de emisiones, los efectos económicos podrían representarse con:
-Descenso de la productividad de las cosechas.
-Subida de precios de los alimentos básicos.
- Fenómenos meteorológicos extremos que castigarán con dureza a los países que ya de por sí son más vulnerables.
-La falta de agua, que se convierte en uno de los principales problemas para las personas.

Consecuencias mixtas del cambio climático
Los efectos del cambio climático en las economías de LatAm pueden ser mixtos y su incidencia depende de factores como la resiliencia de ciertos cultivos y áreas, o incluso a las coyunturas económicas más o menos desfavorables.
Para el climatólogo Benjamín Quesada, cada país tiene su particularidad y una vulnerabilidad combinada diferente.
“Los cambios en temperatura y lluvias no afectarán de manera similar a todos los cultivos. Así, hacia el 2050 se espera en los frutales una reducción de la producción de 24%, mientas que las oleaginosas podrían aumentar su producción en 15%”, dijo Quesada.
El norte de Colombia podría ver una reducción fuerte en el rendimiento del maíz y el frijol, mientras que en México podrían sentir choques otros cultivos como los del banano.
Los países centroamericanos podrían afrontar choques en la producción de café y otros mercados como Ecuador y Perú en la de cacao.
En Argentina, el tercer exportador mundial de soja y el segundo exportador de maíz, el cambio climático presenta un riesgo significativo para el sector agrícola del país, puesto que casi la mitad de su tierra es utilizada para la agricultura.
Según el climatólogo, el maíz y trigo de secano se verán afectados, mientras que la soya lograría mantenerse por los cambios favorables de precipitación en la región pampeana.
Entre tanto, considera que las actividades relacionadas al consumo de carne podrían incidir negativamente en esos efectos del cambio climático.
Fabio Gómez Delgado, profesor e investigador del departamento de Biología en la Facultad de Ciencias Pontificia Universidad Javeriana, manifiesta que el campo climático también puede generar choques en el sector pesquero ante la acidificación y la elevación de la temperatura que cambia el patrón migratorio de las especies de consumo de importancia comercial.
En términos generales, consideró que los efectos podrían sentirse en todos aquellos países con línea costera ante las amenazas que suponen las tormentas tropicales y las inundaciones, eventos “que se están magnificando claramente a través del cambio climático”.
“Pero si lo pensamos desde el punto de vista latinoamericano, todos los países tenemos una producción agrícola importante, estamos parados en el primer renglón de la economía, que es el productivo, y dependemos de esa productividad como Chile y Argentina con sus vinos y sus carnes (…) evidentemente estamos en muchísimo riesgo”, expuso.
Pero otras actividades de la economía como el turismo, la misma generación de energía eléctrica, la explotación de recursos naturales, la infraestructura y construcción, las industrias manufactureras y la salud pública podrían sentir de forma directa estos efectos.

Temperaturas récord
De acuerdo a la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el aumento de las temperaturas ha tocado niveles récord y en los últimos 30 años estas se han incrementado un promedio de 0,2°C por década, con lo que los fenómenos meteorológicos extremos y los choques climáticos se han venido agravando en la región.
Y en el verano de 2022 se registraron incendios forestales sin precedentes como consecuencia tanto del calor extremo como de la sequedad de los suelos, llevando las emisiones de dióxido de carbono a máximos de 20 años.
Como consecuencia de esto, el estado brasileño de Amazonas sufrió las mayores emisiones totales de la temporada de incendios de julio a octubre de los últimos 20 años (más de 22 megatoneladas).
Recientemente, también se viralizó la imagen del Canal de Panamá y la sequía que lo está golpeando, lo que podría tener graves repercusiones en la economía de ese país, puesto que genera un cuarto del dinero que ingresa al Gobierno. Los efectos ya se notan en los bonos panameños, que tocaron su nivel más bajo del año.
La autoridad ha restringido el número de barcos que pueden cruzarlo a 32 por día (lo normal es que lleguen 38 barcos al día) y como consecuencia de esto se prevé que un descenso de unos US$200 millones en los ingresos del canal, que el año pasado alcanzaron los US$4.300 millones.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ha identificado a América Latina y el Caribe como una región “con alta exposición, vulnerable e impactada de gran manera por el cambio climático”.
La organización ambientalista Greenpeace han identificado cinco factores clave que podrían contribuir activamente a la crisis climática que se está viviendo:
- El uso excesivo de los combustibles fósiles.
- La deforestación e incendios forestales.
- Las emisiones de las ciudades.
- El consumo excesivo de recursos.
- Los plásticos
Por lo anterior, WWF cree que se requiere una transformación de todos los sectores económicos para acelerar en esa transición, puesto que los flujos financieros globales están entre 3 y 6 veces por debajo de lo que necesitan para 2030.
Y la mayor brecha se da en los países en desarrollo y en el sector de agricultura, ganadería, forestación y otros usos del suelo, “en el que recaen varias de las acciones necesarias para la región”
“Limitar el calentamiento global a 1,5ºC para finales de siglo sigue siendo posible, pero requiere un cambio transformador”, sentenció WWF.

Cambio climático aplazaría metas económicas de LatAm
Tatiana Céspedes, de Greenpeace Colombia, advierte que la crisis climática está atenuando las condiciones de pobreza y de desigualdad, al punto de que amenaza con destruir gran parte de los progresos logrados en las décadas anteriores.
De acuerdo a cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el 6,5% de la población de América Latina y el Caribe padece hambre. Aun así, la inseguridad alimentaria moderada o grave disminuyó del 40,3% en 2021 al 37,5% en 2022.
A propósito, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advierte en un informe que para finales de siglo la brecha entre el PIB per cápita de los países más ricos y pobres en América Latina y el Caribe se amplíe como consecuencia del cambio climático y las catástrofes naturales.
El cambio climático también podría agravar las condiciones de déficit de vivienda en la región, de acuerdo a la organización Hábitat para la Humanidad.
Se calcula que más de la mitad de las 1.800 millones de personas que actualmente carecen de vivienda adecuada en todo el mundo viven en asentamientos informales, que son altamente vulnerables a los choques climáticos.
Hábitat para la Humanidad asocia parte del efecto al crecimiento acelerado de las ciudades y a la falta de preparación de los territorios a los riesgos.
En Latinoamérica y el Caribe “el 82% de la población aproximadamente vive en zonas urbanas y el 47% de la población en Latinoamérica tiene un déficit de vivienda, mayoritariamente cualitativo”, dijo a este medio el vicepresidente de Área para América Latina y el Caribe, Hábitat para la Humanidad Internacional, Ernesto Castro.
Por lo anterior, es imperativo que la región haga un esfuerzo concertado para diseñar políticas que fomenten la sostenibilidad y el crecimiento inclusivo para mitigar la problemática del hambre y la pobreza ante los estragos del cambio climático.
Fabio Gómez Delgado, de la Universidad Javeriana en Colombia, recalca que no se puede ver con ojos muy positivos la posibilidad de alcanzar las metas iniciales de desarrollo económico y social en un entorno de cambio climático, por lo que los países que no estén preparados tendrían que reevaluarlas y encontrar otras estrategias.
El Banco Mundial, por ejemplo, considera que es clave que la región promueva el crecimiento verde y ciudades más resilientes, al mismo tiempo que facilite que las poblaciones vulnerables puedan a adaptarse al cambio climático.
Asimismo, se considera esencial descarbonizar la generación de energía, los sistemas de transporte y la manufactura, un área en la que Latinoamérica ha dado importantes pasos, pero se requerirán más esfuerzos para ver los resultados.
Entre 2015 y 2020 la capacidad de energía renovable en Latinoamérica aumentó un importante 33%. Ya en el 2021 se proyectaba que el 58% de la generación de electricidad en la región provenía de fuentes renovables.
No obstante, Latinoamérica y el Caribe necesitarán acelerar en ese sentido por medio del aprovechamiento del potencial hidroeléctrico, así como de los recursos solares y eólicos sin explotar, en tanto que la demanda de electricidad podría crecer un 48% al 2030.
“Si no se logra limitar el cambio climático a 2°C, la superación de pobreza y el hambre se va a dificultar muchísimo más. De hecho, invertir en mitigación y adaptación al cambio climático tiene beneficios sobre todos los otros objetivos de desarrollo sostenible. El cambio climático es una máquina de injusticias: los países que menos responsables del cambio climáticos son, van a tener los mayores impactos, y las poblaciones ya más vulnerables padecen un impacto desproporcionado”, lamenta el climatólogo Quesada sobre la huella de este flagelo.
Según la CEPAL, las estimaciones agregadas de los costos económicos del cambio climático en la región de LatAm y el Caribe, relacionados con un aumento de 2,5 °C de temperatura (muy probablemente alrededor del 2050), oscilan entre el 1,5% y el 5% del PIB de los países.
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