Solo reforestar no ayudará a frenar el cambio climático

 


Reforestar todos los bosques perdidos ayudaría a enfriar la Tierra, pero no bastaría para frenar el cambio climático

Fecha de Publicación
: 24/06/2025
Fuente: Portal elDiario.es
País/Región: Internacional


Proyecto inviable — Un estudio de la Universidad de California Riverside calcula que restaurar los bosques a su extensión preindustrial permitiría reducir en 0,34 grados la temperatura media del planeta
Cada año se talan unos 15.000 millones de árboles en todo el mundo, lo que equivale a destruir el equivalente a más de 200 campos de fútbol cada minuto. La deforestación no es un fenómeno nuevo, pero su ritmo actual ha roto cualquier equilibrio anterior entre extracción y regeneración. Gran parte de estos árboles no vuelven a crecer: el suelo se transforma, se construyen infraestructuras o se expanden cultivos. 
En medio de esa pérdida acumulada, que ya ha eliminado cerca de la mitad de los árboles del planeta, un grupo de investigadores ha puesto cifras concretas al impacto climático que tendría revertir ese proceso a gran escala. 
El estudio, publicado por la Universidad de California Riverside en la revista Communications Earth & Environment, ha modelizado el efecto de restaurar los bosques a su extensión preindustrial. El resultado apunta a una bajada media de 0,34 grados centígrados en la temperatura global. Para alcanzar ese objetivo, sería necesario replantar árboles en un área cercana a los 12 millones de kilómetros cuadrados, es decir, más de una vez y media la superficie total de Estados Unidos. El planteamiento no se limita al dióxido de carbono: también incorpora factores químicos poco tenidos en cuenta en modelos anteriores. 
Uno de los elementos destacados del trabajo es la inclusión del papel de los compuestos orgánicos volátiles biogénicos (BVOC), que emiten los árboles de forma natural. Estos compuestos reaccionan con otros gases y favorecen la formación de partículas que reflejan la luz solar y estimulan la formación de nubes. Según explican los autores, ese efecto amplifica la capacidad de enfriamiento de los árboles, especialmente en zonas tropicales, donde las emisiones de BVOC son más abundantes y el follaje oscuro produce menos calentamiento superficial que en latitudes más frías.
En sus conclusiones, el equipo destaca que las regiones cercanas al ecuador presentan el mayor potencial climático, no solo por la densidad vegetal, sino por su mayor eficiencia en la absorción de carbono. Aunque se analizó un escenario global, los investigadores ponen como ejemplo algunos casos locales que ya muestran beneficios visibles. En Ruanda, donde existen iniciativas de restauración vinculadas al turismo ecológico, los modelos predicen mejoras regionales tanto en la calidad del aire como en el balance térmico. 

La reforestación total es inviable pero se pueden aplicar estrategias inteligentes y selectivas
El trabajo, liderado por el climatólogo Bob Allen, alerta sobre la dificultad práctica de llevar a cabo una reforestación total. Muchas de las superficies donde antes hubo bosques están hoy ocupadas por actividades agrícolas, pastos o zonas urbanizadas. Allen afirma que “hay 8.000 millones de personas que alimentar”, lo que obliga a una planificación selectiva basada en prioridades reales.
Aunque su estudio contempla un caso teórico extremo, los autores lo entienden como una herramienta para orientar políticas públicas más ambiciosas. El propio equipo señala que, sin una reducción sustancial del uso de combustibles fósiles, ni siquiera la recuperación total de los bosques sería capaz de frenar el ritmo del calentamiento actual. 
Por eso, en lugar de aspirar a una reforestación indiscriminada, el informe plantea estrategias más realistas y adaptadas a las limitaciones actuales de uso del suelo. Una de las propuestas que surgen del informe es priorizar zonas agrícolas de bajo rendimiento como espacios viables para la reforestación, siempre que esa decisión no ponga en riesgo la producción de alimentos ni afecte a las economías rurales.
Otro de los puntos del análisis se refiere a los efectos colaterales sobre la atmósfera. A pesar del descenso general de polvo atmosférico que se detecta en el hemisferio norte, algunas emisiones derivadas del aumento de BVOC pueden empeorar indicadores como las partículas finas. Por el contrario, en las mismas regiones, los niveles de ozono mejorarían con la expansión forestal. La diferencia de comportamiento según el tipo de contaminante refuerza la idea de que el impacto depende de múltiples variables locales. 
Antony Thomas, coautor del trabajo e investigador en el Departamento de Ciencias Planetarias de la misma universidad, señala que “la restauración no tiene que producirse en todas partes al mismo tiempo para marcar una diferencia”. Esa afirmación resume la orientación realista del informe, que no propone una solución completa a la crisis climática, pero sí una vía con potencial tangible y efectos cuantificables si se combina con otras medidas. 
 Con este planteamiento, los investigadores no aspiran a sustituir otras estrategias, como la reducción de emisiones, sino a mostrar que cada paso hacia la regeneración de masas forestales puede sumar. En palabras del propio Thomas, recogidas por la Universidad de California Riverside, “el cambio climático es real y cada paso hacia la restauración, sin importar la escala, ayuda”. 
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