Europa se debate entre alimentos naturales y transgénicos



Alimentos ecológicos vs transgénicos: ¿quién gana la disputa en Europa?

Fecha de Publicación
: 31/07/2016
Fuente: La Gran Epoca
País/Región: Europa


Las proteínas son parte esencial de la alimentación de un niño y de un adulto sano, tanto para el desarrollo muscular como para el correcto funcionamiento del sistema nervioso y las facultades mentales. Las neuronas se contactan unas a otras gracias a las proteínas. Las principales sustancias del cuerpo están compuestas de proteínas.
Por precio y oferta, en el caso de Europa, la fuente de proteínas de más fácil acceso es la carne. Sin embargo, muchas familias se encuentran con el dilema de tener que buscar un proveedor especial, de granja ecológica y orgánica, si quiere que su dieta no incluya organismos genéticamente modificados (OMG), pesticidas como el glifosato, ni la más alta dosis de antibióticos, hormonas y otros químicos y fármacos.
Pese a que las encuestas revelan que históricamente más de un 70 por ciento de los europeos rechaza alimentarse con transgénicos, y exige un etiquetado real que hoy no existe, recientemente, la Comisión Europea ha aprobado tres variedades de soja transgénica para la nutrición humana y animal. Estas son la soja “MON 87708 x MON 89788?, soja “MON 87705 x MON 89788? de la Monsanto Europe S.A., y la soja “FG 72? de la Bayer CropScience AG, variedades que han recibido una evaluación científica favorable por parte de la agencia alimentaria EFSA. La autorización es por diez años, con posibilidad de prórroga.
Para evitar consumir las decenas de transgénicos autorizados, ante un permanente y poco claro debate acerca de sus efectos sobre la salud, las alternativas existen, y aunque son más costosas, sus seguidores argumentan que cuentan con una vida más sana, que estos productos además incluyen más vitaminas y elementos naturales esenciales para la salud, sin tener que adquirirlos adicionalmente.
En Italia, por ejemplo hoy en día en la mayoría de los poblados – cada 10 kilómetros- existe una feria alimentaria con productos orgánicos regionales donde los propietarios explican directamente el modo de producción. En los supermercados, cada vez es más visible la etiqueta, “producto ecológico”, “producto orgánico”, “No OMG”,”Sin aditivos o complementos”, etc. Sin embargo en algunos casos hay etiquetas engañosas como “producto biológico” o “Producto natural”, de biotecnología, que sí incluyen aditivos, OMG o componentes transgénicos.
“El dato del aumento de su consumo no es una percepción -escribió el medio El Diario de España, el 16 de abril – sino un hecho constatado por el Ministerio de Agricultura, que se encarga de promocionar los productos ecológicos y de medir su consumo. Cada vez son más quienes apuestan por este tipo de producción, cuya base es el respeto por el medio ambiente, a pesar de que sus costes son mayores, y eso repercute en su precio de venta”.
El medio español destacó que “las frutas y verduras de origen ecológico son las variedades más demandadas, aunque las carnes empiezan a hacerse un hueco. En Mercamadrid, Cárnicas Chapa se ha encargado de introducir los productos de ganadería ecológica”.

Volviendo al método de producción tradicional
Bajo los nuevos esquemas de producción ganaderos ecológicos, los animales no están recluidos en estrechos espacios engordando con un fuerte estrés y sin moverse. La certificación orgánica española e italiana exige una cantidad de hectáreas para que los animales crezcan sanos. En los propios terrenos se cultivan además los alimentos que deberán comer, todos ellos sin pesticidas, plaguicidas químicos ni antibióticos de uso preventivo.
“Podríamos decir que con este método de explotación el binomio agricultura-ganadería cobra más sentido que nunca, en una relación de simbiosis perfecta, en la que el terreno aporta el alimento necesario para el animal y el animal la enmienda orgánica que precisa el suelo para mantenerse”, explicó a El Diario, el veterinario Luis Miguel Raso.
El medio Huffington Post también publicó en abril pasado cómo han ido creciendo en Estados Unidos los negocios “eco” con comida orgánica, y con animales y peces criados en ambientes sin hormonas. “El sector de la comida orgánica facturó más de 45.000 millones de dólares (40.000 millones de euros) en 2015 en Estados Unidos y crecerá en torno al 13%-18% anual hasta 2018”.
Tanto es el interés que ha despertado esta tendencia que algunos grupos políticos, como por ejemplo el Movimiento Cinque Stelle italiano, han propuesto este mes apurar una resolución europea para aumentar los premios a las granjas que garanticen una alimentación libre de transgénicos y de antibióticos, donde pueda criarse en condiciones de bienestar.
A su vez el movimiento criticó esta semana que mientras por un lado los políticos discuten las modificaciones de las leyes y promueven una vida sana en sus países, a nivel del Parlamento Europeo faltan firmas para frenar las resoluciones de la Comisión Europea, que finalmente autorizan más transgénicos en el mercado europeo.
“Está ampliamente comprobado cómo los ciudadanos europeos rechazan los alimentos genéticamente modificados”, destacó Cinque Stelle, acusando que “en este tema representantes italianos de los ministerios de la salud, agricultura y del ambiente, tan bravos en hacer propaganda del (alimento) biológico en la televisión son inexistentes en defender los intereses de Italia en las propuestas (en el parlamento frente a la Comisión Europea)”.
Para frenar los que llamó la “forzada de mano” de la Comisión Europea en la introducción de los nuevos transgénicos, por parte del ejecutivo de Jean Claude Juncker, se necesita una “mayoría calificada” – una gran mayoría de firmas- en un período breve de tiempo; en caso contrario, explica, “se deja vía libre para que haga lo que quiera”. Con este tipo de reglamento, ha actuado la Comisión anteriormente.

No es solo soja transgénica
La solicitud de la Bayer a las autoridades de Bélgica para la Agencia Alimentaria Europea, para poner en el mercado europeo su soja transgénica estaba en espera desde el 24 de junio de 2011. La resolución permite “la puesta en el mercado de alimentos, ingredientes alimentarios y piensos que contengan, o se hayan producido a partir de soja FG72”, y también “la puesta en el mercado de productos que son o que lo contienen para otros usos distintos de alimentos o piensos como cualquier otra soja, a excepción del cultivo”.
Con Monsanto, la situación es similar, y para todas las resoluciones, la EFSA comunica que “no justifica” un monitoreo del ambiente en caso de llegar a las granjas, sólo recomienda una etiqueta para que no se use en los cultivos. Esto ha sido históricamente cuestionado por ambientalistas.
Cualquier producto con etiqueta de OMG, una vez que los animales se alimenten de ellos, o las empresas los incluyan en bebidas, chocolates, queques, salsas y otros tantos alimentos frescos o en conservas, seguramente los consumidores no lo sabrán. A menos que venga con la certificación Libre de OMG, el producto hoy en día es más probable que lo contenga.
Tanto la carne animal (ganado, aves y peces de cultivo, entre otros) y sus derivados (hamburguesa vegetal -de soja-, leche de soja, etc.), como una gran gama de comidas son o contienen organismos genéticamente modificados -esto es válido para los azúcares y las harinas.
El 24 de abril de 2015, pese a masivas protestas, la Comisión Europea autorizó otros 19 transgénicos en similares condiciones, y 7 de ellos eran solo una renovación por otros diez años. En estos también van los piensos, aditivos y complementos de la comida o bebidas azucaradas.

Azúcar y algodón transgénicos en los alimentos
Algunos no saben que la remolacha azucarera, (H7-1) KM-ØØØ71-4, el KWS SAAT de Monsanto, fue autorizada en 2007 como alimento e ingrediente alimentario.
Para evitar el transgénico, el consumidor está buscando el azúcar de caña natural orgánica, que no incluye ningún aditivo ni requiere químicos para su cristalización. Se reconoce por su oscuro color natural y aspecto húmedo, y no es cristalino como el azúcar morena al que le agrega el tinte.
Quizás menos personas conocen que el algodón transgénico fue autorizado por la Comisión Europea como agregado en los alimentos ya que esto aumenta el volumen del producto. De acuerdo a GMO Compass, después de la cosecha, las fibras del algodón transgénico deben ser separadas de las semillas, de las que se obtienen las proteínas que se convierten en diversos productos. Se utilizan en alimentos y piensos. El aceite resultante se utiliza para la margarina y la leche, y también como aditivo en los alimentos.
Lo curioso es que las fibras que sobran del algodón, que son demasiado cortas para ser hiladas en la industria textil y que “consisten casi en su totalidad de la celulosa, se pueden usar como aditivos alimentarios -Celulosa (E 460) y metilcelulosa (E 461)- y pueden ser utilizados como espesantes, estabilizantes, emulsionantes o agentes de relleno”, explica el equipo de OMG Compas, promotor de este tipo de comercio.
Los médicos conocen que la celulosa no es digerible como alimento, y es mejor consultar un nutricionista sobre el efecto contraproducente que puede tener un exceso de estos productos en los menores.
El lector puede tomar nota de la lista de productos transgénicos circulando en los alimentos elaborados que se venden en Europa, clasificados entre otros en maíz, soja, algodón, microorganismos (usados por ejemplo en la medicina), aceites y azúcar. Para evitarlos, los consumidores han adoptado algunas de las alternativas mencionadas.
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