Futuro sombrío para Haití por desmontes

La deforestación presagia un futuro sombrío para Haití

Fecha de Publicación: 04/03/2008
Fuente: IBL News
País/Región: Haití


Lejos de los extensos barrios misérrimos de la capital haitiana, más allá de colinas polvorientas y laderas despojadas de toda vegetación, dos leñadores talan un enorme roble en uno de los pocos bosques que quedan en pie en esta nación caribeña.
Fanel Cantave, de 36 años, dice que no tiene más remedio que ganarse la vida contribuyendo a un desastre ambiental en Haití. Y en estos días, él y su hijo de 15 años, Phillipe, deben viajar aún más lejos de su pueblo para hallar árboles que talar.
"No hay otra manera de ganar dinero", dijo el padre, aserrando leños que le rendirán hasta 12,50 dólares, dependiendo de la cantidad de tablones que produzca.
Así es como van desapareciendo los bosques haitianos, en un proceso que ha conducido a la erosión que reduce la escasa tierra cultivable y deja la isla vulnerable a inundaciones devastadoras.
Expertos de las Naciones Unidas dicen que apenas del 2% al 4% de bosques quedan en Haití, en comparación con 7% a 9% en 1981. Y pese a millones de dólares invertidos en reforestación, dicho esfuerzo ha fracasado por lo general debido a presiones económicas e inestabilidad política.
Por ejemplo, la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID) se embarcó en un ambicioso proyecto de 22,8 millones de dólares en los años 80 para plantar unos 30 millones de árboles que suministrasen ingreso para los campesinos. Pero el proyecto se centró en árboles que podían ser utilizados como carbón de leña para cocinar, y casi todos fueron talados a la larga.
El ministro ambiental Jean-Marie Claude Germain dijo que los proyectos de reforestación y los esfuerzos por preservar los árboles en tres zonas protegidas se vieron afectados por la violenta rebelión que derrocó al presidente Jean-Bertrand Aristide en el 2004 y movió a la ONU a despachar miles de efectivos de mantenimiento de la paz para restablecer el orden.
"Aunque había leyes agrícolas, no eran respetadas", dijo Germain. "Ahora estamos tratando de imponer orden".
La estabilidad regresó con la elección en el 2006 del presidente Rene Preval y la acción militar de la ONU contra poderosas pandillas en Puerto Príncipe. Pero en una nación en que el 80% de sus 8.700.000 habitantes viven con menos de 2 dólares diarios, los árboles significan un ingreso para los afortunados que tienen acceso a ellos.
Algunos grupos dicen haber hallado un éxito limitado plantando frutales y protegiendo los árboles gracias a micropréstamos y asistencia agrícola. Floresta USA, con sede en San Diego, ha estado trabajando en Haití en la última década y ahora está plantando unos 33.000 frutales y árboles maderables por año. La Organización para la Rehabilitación del Ambiente, con sede en el sur de Haití, ha producido más de un millón de frutales desde que empezó su trabajo en 1985.
En comparación con el plan fallido de USAID, otros programas menos amplios han tenido mejor suerte al concentrarse en los árboles frutales, que es más probable sean preservados por los agricultores para tener fruta que vender. Y las organizaciones más pequeñas pueden trabajar con agricultores individuales y adaptar los cultivos a la necesidad de áreas específicas.
"A la gente no le interesa que le digan 'Eh, plantemos árboles', sino que se preguntan '¿Cómo puedo alimentar a mi familia?' '¿Cómo puedo ganarme la vida?'", dijo Scott Sabin, director ejecutivo de Floresta.
Pero muchos que están dedicados a reponer los bosques haitianos se han vuelto pesimistas. Pese a éxitos menores, son escasas las perspectivas de aplicar tales programas en gran escala.
"Todo se ha estudiado y todas las soluciones ya se conocen", dijo Mousson Finnigan, director de la Organización para la Rehabilitación del Ambiente. "Pero en lo que respecta a su implementación, se convierte en un ámbito en el que todo el mundo se disputa el dinero. No están disputando por resultados".
Cristóbal Colón encontró densos bosques tropicales en 1492 cuando llegó a la isla que los colonizadores bautizaron como Hispaniola, hoy compartida por Haití y la República Dominicana.
Pero los árboles empezaron a caer pronto, primero cuando los españoles y franceses despejaron los bosques para las plantaciones y después cuando se empezaron a talar árboles maderables para los mercados estadounidense y europeo. Después los campesinos quemaron y cortaron lo que quedaba en una búsqueda desesperada de tierras arables.
Aunque la República Dominicana tiene algunos de los bosques más imponente en el Caribe, algunos sectores de Haití parecen ahora paisajes lunares de montañas despojadas cubiertas de aserrín. Las colinas son derribadas para fabricar ladrillos para Puerto Príncipe.
Sin árboles que afirmen el suelo, la erosión ha reducido la superficie agrícola de Haití, lo que hace la isla más vulnerable a inundaciones en cada temporada de huracanes. Más de 100 haitianos murieron en las inundaciones del año pasado, incluyendo docenas que perecieron cuando un río se desbordó de cauce durante una lluvia persistente. Y en el 2004, la tormenta tropical Jeanne mató a unas 3.000 personas en la ciudad costera de Gonaives solamente.
Y aun así, los árboles siguen cayendo. Todavía pueden verse fogatas en las colinas cercanas a la capital mientras los agricultores despejan terreno por la noche. Y en el mercado La Saline, los vendedores de carbón de leña llegan cada día con grandes cargas de bolsas y los rostros tiznados de hollín.
"En Haití destruimos en vez de producir", admite LeClaire Bocage, de 38 años, que vendía bolsas de 50 kilos (110 libras) por 6,25 dólares. "Van a decirles a los pobres que dejen de talar árboles. ¿Pero qué vamos a hacer para ganarnos la vida?"
Podría ser demasiado tarde para reponer los bosques perdidos de Haití, dijo John Norton, ecólogo que ha supervisado los proyectos en Haití del Banco Internamericano de Desarrollo, con sede en Washington. Sugirió plantar cultivos que puedan estabilizar el suelo y venderse o utilizarse para biocombustibles. Otros promueven recaudar dinero vendiendo créditos de carbono a firmas del extranjero que emitan gases de efecto invernadero.
"Necesitan cultivos que rindan dinero, necesitan alimentos, necesitan energía inmediatamente", dijo Horton.

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