La emisión cero de carbono, ¿es posible para el 2050?



Llegar a cero emisiones netas de carbono para 2050, ¿es posible?

Fecha de Publicación
: 06/11/2019
Fuente: Agencia IPS
País/Región: Internacional


Más de 70 países se han unido para comprometerse en alcanzar la neutralidad de sus emisiones de carbono para el año 2050 pero ¿cómo se puede lograr esto? y ¿cómo sería un mundo que dependa solo de energía renovable? La Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo explica.
El dióxido de carbono (CO2) está dentro de las bebidas gaseosas, forma parte de los compuestos presentes en los extintores, se emplea como refrigerante, sirve para formar rayos láser, y hasta se emplea como agente de contraste en exámenes médicos. Se trata de un gas abundante en el planeta, las plantas lo necesitan para hacer fotosíntesis, está presente en el aire que exhalamos y en numerosos compuestos orgánicos. Es indispensable para la  vida tal y como la conocemos.
Sin embargo, y a pesar de estar presente en el planeta de manera natural y sernos tan útil, es un gas que retiene el calor y, junto a otros, como el metano, contribuyen a formar una capa en la atmósfera que impide su salida y aumenta la temperatura de la superficie de la Tierra, causando el cambio climático.
Este gas forma parte de un ciclo bioquímico que pasa por las capas de la atmósfera, el océano y la tierra, y que permite que la vida sea sostenible en el planeta, pero las actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles, han desbalanceado su justa medida, provocando que se acumule mucho más CO2 del que es posible eliminar naturalmente.
Este fenómeno, y el hecho de que como lo han dicho los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) repetidamente: “cada grado de calentamiento importa”, porque cada grado puede llegar a tener efectos devastadores, ha llevado a que finalmente las naciones del mundo comiencen a tomar medidas para reducir las emisiones de carbono.
La ciencia no miente, si los países no aumentan sus compromisos más allá del Acuerdo de París firmado en 2015, a través del aumento de una mayor dependencia de las energías renovables, a la humanidad le espera un panorama poco prometedor.
Olas de calor más intensas, sequías, huracanes más fuertes, glaciares y capas de hielo que se derriten, un inevitable aumento del nivel del mar, y toda la destrucción de ecosistemas que esto conlleva, serán solo algunas de las consecuencias de no actuar a tiempo.
Durante la Cumbre sobre la Acción Climática, convocada por el secretario general, António Guterres, 77 países y más de 100 ciudades se comprometieron a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a cero para 2050.

¿Pero, esto qué significa?
“Eso quiere decir que los esfuerzos globales que se están haciendo en términos de reducción de emisiones deben conducir a que las emisiones de CO2 que se generan por la quema de combustibles y otras actividades sean reducidas lo máximo que se pueda, y que cualquier emisión residuo que quede sea compensado por medio de, por ejemplo, la siembra de bosques, o la captura de carbono y su almacenamiento, que son tecnologías nuevas”, explica Claudio Forner, experto de la secretaría la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
Forner asegura que, aunque la mezcla de políticas y posibles medidas que se pueden tomar para alcanzar emisiones cero cambia según las condiciones del país, a nivel global la mayor cantidad de ellas vienen de la quema de combustibles fósiles por lo que lo que esto es lo que primero debe cambiar.
“También las emisiones que vienen por transporte bastante son importantes y de hecho en Latinoamérica es uno de los de los principales contribuyentes a las emisiones. Y también tienes las emisiones del cambio de uso del suelo. Todas las medidas que aborden estos tres principales sectores tienen la posibilidad de representar un paso determinante para lograr el objetivo de 1,5 grados planteado por el IPCC (el umbral para evitar efectos devastadores en nuestros sistemas de vida)”, indica el especialista.

Pasos vitales para alejarnos del carbono
Para abordar los sectores de energía, transporte, y el uso de la tierra, ya hay una gran cantidad de alternativas, la más básica, abandonar el carbono como fuente de electricidad.
“Hay países como Chile, por ejemplo, o Alemania, y poco a poco muchos europeos han dicho que ya no van a construir más plantas de carbón y que van a empezar a desinstalar, a desmantelar las plantas existentes. Eso es supremamente importante”, explica.
El sistema de transporte puede ser electrificado en su totalidad, y también se puede incrementar la eficiencia para que se utilicen más los sistemas públicos y menos los autos particulares.
“Estas son alternativas bastante importantes y en cuanto a cambio de uso del suelo es un tema importantísimo es el de parar la deforestación. Obviamente esto está ligado a todo un asunto de cadenas de suministro, también de comportamientos de dietas y eso. Pero cualquier iniciativa que sea capaz de parar la deforestación en algunos países tiene la capacidad de contribuir bastante al cumplimiento de los objetivos”, asegura Forner.
El especialista se refiere a los cambios en las dietas porque la ganadería es una de las principales causas de la deforestación, así como la agricultura no sostenible.
Elegir alimentos producidos de manera amigable con el medio ambiente y reducir el consumo de carne, son también soluciones conocidas para aportar a la lucha contra el cambio climático, tanto así, que recientemente más de una decena de ciudades, entre ellas, Barcelona, Guadalajara (México), Lima, y Londres, se comprometieron a promover una “dieta de salud planetaria” para el 2030.
Sus respectivos alcaldes acordaron usar sus poderes de adquisición para cambiar qué tipo de alimentos compran las ciudades e introducir políticas que hagan que los alimentos saludables, deliciosos y bajos en carbono sean asequibles y accesibles para todos.
También reducirán la pérdida y el desperdicio de alimentos, cuya descomposición también emite dióxido de carbono a la atmósfera.

¿Pero por qué hasta 2030, o 2050, y no ya?
La gran mayoría de los compromisos que se han hecho hasta ahora con respecto al cambio climático son a mediano y largo plazo, fijando metas para años como el 2030 o 2050, pero eso no significa que no haya que actuar inmediatamente.
“Si tú quieres cambiar, tenemos que empezar hoy. Pero obviamente es imposible, a menos que la humanidad entera decida de un momento a otro parar todas las emisiones, eso teóricamente se podría, pero significaría tener un producto interno bruto de cero entonces nos moriríamos de hambre”, dice el experto.
Forner explica que el IPCC tiene establecido cómo el cambio se puede llevar a cabo de manera paulatina.
“Es que ni siquiera es paulatina. Si tú te pones a pensar, 30 años para cambiar enteramente la forma como hacemos las cosas y lo que hemos construido durante 100 o 200 años, es acelerado. Sin embargo, las decisiones para lograrlo se tienen que tomar hoy. Nosotros no estamos esperando al 2050 para actuar. Si no actuamos hoy, no vamos a lograr los objetivos en el 2050”.

El papel de los países desarrollados
Entre los países que se han comprometido a la descarbonización de sus economías para mediados de siglo, no se encuentran ni Estados Unidos, ni China, ni India, los Estados con la cantidad de emisiones más alta del mundo.
Sin embargo, un país que contribuye menos del 1% al calentamiento global, como Costa Rica, ya produce un 99% de su energía eléctrica de fuentes renovables y se ha comprometido a lograr emisiones cero para 2050 en todos los sectores. ¿Vale la pena el esfuerzo de muchos países pequeños, cuando los más grandes no se unen?
“Cuando tú comparas el paso que han tomado estos países en comparación a lo ideal que sería con Estados Unidos y China a bordo, obviamente no suena tan ambicioso, pero la alternativa es que nadie lo haga”, dice Forner.
Para el experto, “de lo que se trata es de crear una masa crítica de grupos de países que demuestren que sí es posible y que sobre todo creen como momentum político, como un norte político que les diga a otros países tenemos que hacer esto, tenemos que ir en esta dirección y sobre todo, que demuestren que es políticamente posible”.
El especialista de ONU Cambio Climático asegura que a veces los políticos a nivel de país no toman decisiones necesarias para lograr las emisiones cero netas porque requieren medidas que tal vez no sean muy populares, pero las acciones se están viendo de varios sectores.
“Tampoco es necesariamente cierto que los grandes emisores no están haciendo nada que no sean parte de los esfuerzos y de hecho, en la Alianza de Ambición Climática hay varias ciudades de varias regiones de Estados Unidos e incluso las regiones que más emiten”, explica Forner.
También hay varias ciudades chinas, hay varias ciudades de Brasil. Entonces, aunque los gobiernos federales o centrales de estos países están teniendo sus complicaciones políticas, “a nivel de subregión y a nivel sector privado, hay mucho movimiento”, dice.

¿Cómo sería un país sin emisiones? ¿Qué tendríamos que sacrificar?
Forner destaca que reducir emisiones no significa reducir el bienestar sino cambiar la manera en que se logra.
“No es que la gente tenga que dejar de transportarse o tenga que dejar de comer, o tenga que dejar de visitar a sus parientes y a sus seres queridos. De lo que se trata es de hacerlo de tal manera que el efecto de las cosas que tú quieres sea, pues, idealmente cero”, afirma.
“El futuro sin emisiones es un futuro en el que la energía renovable es la que te da a ti la posibilidad de conectar tu televisor. Probablemente tengas que comprarte un televisor que es un poco más eficiente, o tratar de apagar las luces cuando no las necesitas. Es un mundo en el que el transporte público es eficiente, presta buen servicio. Los automóviles corren con energía eléctrica”, añade Forner.
A su juicio, “las dietas probablemente habrán cambiado, pero sobre todo creo que uno de los grandes problemas es que tenemos que eliminar los desechos inútiles de los alimentos. Entonces, el mensaje no es un futuro en el que en el que exista menos bienestar, sino que el bienestar se consigue de tal manera que los efectos se evitan”.
El Acuerdo de París establece que para 2020 los países deben presentar planes actualizados para la reducción de emisiones, conocidos como las Contribuciones a Nivel Nacional. Unos meses antes de la Cumbre de Acción Climática que se realizó en septiembre, Guterres le encargó a Chile que liderara una Coalición de Estrategias de Mitigación.
Ese esfuerzo generó que 59 naciones manifestaran su intención de presentar un plan de acción climática mejorado, once de ellas ya han iniciado un proceso interno para impulsar la ambición.
“Si tú quieres un bosque, no esperas que al día siguiente haya un bosque. Tú empiezas a sembrar semillas y poco a poco el bosque crece y eso es lo que se trata. Este es el gran cambio, entonces hay que verlo de manera positiva y creo que el hecho de que Latinoamérica esté a la vanguardia de todo esto es algo muy, muy positivo”, asegura el experto, que apoyó los esfuerzos de Chile para lograr la coalición y la ahora Alianza de Ambición Climática.
Los países están haciendo la transición a una ruta de crecimiento sostenible con bajas emisiones de carbono también porque ven muchos beneficios que van más allá de reducir el calentamiento global. Un aire más limpio significa mejor salud y bienestar psicológico. Hay oportunidades para la creación de empleo.
La ONU estima que se podrían generar 65 millones de empleos con bajas emisiones de carbono para 2030. Por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo dice que se crearán 2,5 millones de empleos en electricidad basada en energías renovables, compensando unos 400.000 empleos perdidos en combustibles fósiles.
Además, se pueden crear seis millones de puestos de trabajo haciendo la transición hacia lo que se conoce como una “economía circular” que incluye actividades como el reciclaje y la reparación.
“En última instancia, esta transición, esta transformación global, representa un mundo nuevo al que debemos adaptarnos, que conlleva costos, pero también enormes oportunidades”, concluye Forner.
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