La contaminación obliga al éxodo de miles de niños mongoles



Éxodo de miles de niños en Mongolia por contaminación del aire

Fecha de Publicación
: 20/03/2019
Fuente: El Heraldo (Colombia)
País/Región: Mongolia


Para miles de familias, el dilema no tiene solución: ¿mantener a los niños cerca, a riesgo de poner su salud en peligro, o enviarlos a vivir al campo para protegerlos de la contaminación?
Mongolia es conocida por sus estepas interminables, sus lagos y sus nómadas. Un paisaje de postal que en invierno desaparece bajo la espesa niebla tóxica que cubre la capital y pone en peligro la salud de miles de niños.
Ulán Bator, donde viven casi la mitad de los 3 millones de habitantes del país, es una de las ciudades más contaminadas del mundo, a raíz del uso extendido del carbón para las estufas.
La mayoría de los habitantes de Ulán Bator vive en barrios precarios en la periferia, en las tradicionales carpas -yurtas-  sin agua corriente ni sistemas cloacales.
Los expertos advierten que la contaminación es desastrosa para los niños, hasta el punto de retrasar su  desarrollo o provocarles enfermedades crónicas. En el invierno, los hospitales están abarrotados.
La hija de Naranchimeg Erdene quedó con su sistema inmunológico dramáticamente debilitado por el aire contaminado de Ulán Bator. En miles de carpas se quema carbón -e incluso plástico- para enfrentar el frío de hasta 40 grados centígrados bajo cero.

Destino: el aire puro
"Hacemos constantemente idas y vueltas al hospital", dijo Erdene a AFP. Su hija Amina sufrió neumoconiosis -una enfermedad pulmonar causada por la inhalación de polvos peligrosos- en dos oportunidades cuando tenía apenas dos años, y precisó de varios tratamientos con antibióticos.
Según los médicos, hay una única solución posible: enviar a la niña al campo. En la actualidad, Amina vive con sus abuelos en Bornuur Sum, una aldea situada a 135 kilómetros de la capital.
"Nunca volvió a enfermar desde que vive allí", dijo Ernede, quien ve a su hija dos veces por semana mediante un viaje de ida y vuelta que le consume por lo menos tres horas.
"Fue muy difícil durante los primeros meses (...) llorábamos mucho al teléfono", dice la mujer que, como muchos otros adultos en Ulán Bator, ha tenido que aceptar esta situación para proteger a su hija.
Estudios coinciden en que Ulán Bator no es solo la capital más fría del mundo sino también la que posee la peor calidad del aire.
El nivel de PM2,5 -en referencia a las partículas finas suspendidas en el aire- alcanzó los 3.320 microgramos por metro cúbico en enero, equivalente a 133 veces la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Huir al extranjero
Esto termina por atizar tensiones sociales. Los habitantes más privilegiados de Ulán Bator no dudan en culpar a los inmigrantes de los barrios periféricos de la contaminación, y piden su expulsión.
"Esas personas vienen a instalarse en la capital porque precisan de un ingreso regular (...) no es su culpa", se indigna Dorjdagva Adiyasuren, madre de una familia que vive en una yurta con seis niños.
Para tratar de resolver el problema, las autoridades prohibieron los movimientos migratorios en el interior del país en 2017.
Y desde 2018 el uso de carbón en estufas teóricamente ya no está autorizado, aunque esta normativa raramente se aplica.
Las familias que disponen de medios huyen al extranjero en los períodos de contaminación más grave, como Luvsangombo Chinchuluun, quien envió su hija a Tailandia durante todo el mes de enero.

Efectos para la salud
Los efectos de la contaminación son desastrosos para los adultos pero los niños son aún más vulnerables, en parte porque respiran más rápido y absorben más aire, y por lo tanto más elementos contaminantes.
A pesar de los riesgos para la salud, Badamkhan Buzan-Ulzii y su marido no han tenido más opción que permanecer en la capital para trabajar, pero tuvieron que enviar a su hijo Temuulen, de 2 años, a más de 1.000 kilómetros de distancia, con familiares.
Buzan-Ulzii, de 35 años, dudó mucho en tomar esa decisión, ya que inicialmente trasladó a toda la familia a otro distrito.
Pero fue en vano. Varios problemas de salud y una bronquitis que tomó casi un año en ser superada, convencieron a la familia de enviar a Temuulen a casa de sus abuelos.
"No importa que yo lo extrañe o quien lo críe. Si goza de buena salud, yo estoy contenta", dijo.
Hasta ahora, la decisión parece haber sido la correcta, dijo Buyan-Ulzii: "Mi suegra me preguntó si es necesario seguir dándole los medicamentos, ya que ha dejado de toser", explicó.
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