Los conflictos pesqueros internacionales podrán agravarse



El cambio climático podría provocar una guerra global por las pesquerías

Fecha de Publicación
: 29/07/2018
Fuente: La Vanguardia (España)
País/Región: Internacional


El cambio climático está obligando a las especies de peces a cambiar sus hábitats más rápido que el sistema de capturas, lo que agrava los conflictos pesqueros internacionales, según constata un estudio dirigido por un grupo de investigadores de la Universidad Rutgers-New Brunswick.
En su trabajo, publicado el pasado mes de junio en la revista especializada Science, los autores explican que podrían aparecer nuevas pesquerías en más de 70 países en todo el mundo como consecuencia del incremento de las temperaturas oceánicas y recuerdan que las pesquerías compartidas han sido históricamente motivo de conflicto entre naciones debido a la sobrepesca.
El problema requiere una extensión de la moralidad, no sólo a fin de llegar a un acuerdo entre los países que comparten las pesquerías, sino también para reducir el impacto sobre las especies y, en general, los ecosistemas, a menudo sustentados por estas especies de valor comercial sobre las que ahora se centran las presiones.
Los autores del trabajo aseveran que sólo el tránsito hacia una economía baja en carbono, es decir, una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, podría evitar el potencial del conflicto, algo que hace imprescindible el cumplimiento de los acuerdos aprobados en 2015 en la Cumbre del Clima de París.
El acuerdo persigue contener el calentamiento climático para evitar una subida de las temperaturas por encima de los dos grados con relación a las de la época preindustrial, pues de darse este incremento, las especies podrían moverse cientos de millas hacia el norte en busca de aguas más frías.
Esto no supondría problema alguno si no fuera porque las capturas asignadas a los pescadores de un país o estado concreto se están relocalizando al margen de la ley, es decir, al límite de estos territorios. A día de hoy, el movimiento de peces a nuevas latitudes es inevitable, pero los conflictos sobre las poblaciones de peces no.
Los investigadores proponen que los órganos de gobierno que supervisan las pesquerías de un país negocien con las organizaciones pesqueras vecinas para tener en cuenta las antiguas explotaciones pesqueras que se mudan y las nuevas que se trasladan. Otra opción sería permitir la comercialización de permisos de pesca o cuotas a través de fronteras internacionales.
“Necesitamos acuerdos internacionales para la monitorización colaborativa y el intercambio de la explotación pesquera a medida que se mueven, de forma muy similar a como comenzó el acuerdo de conservación antártica”, expone Malin Pinsky, autora del estudio y profesora de Ecología, Evolución y Recursos Naturales en la Escuela de Medio Ambiente y Ciencias Biológicas de la Universidad de Rutgers-New Brunswick.
La “guerra de la caballa” entre Islandia y la Unión Europea (UE) es uno de los ejemplos de interrupción de las pesquerías que causan disputas internacionales. El conflicto empezó hace poco más de una década, cuando los pescadores de distintos países miembros de la UE advirtieron que las caballas habían comenzado a trasladarse a aguas más frías cerca de Islandia.
El país, que no es miembro de la UE, empezó a pescar la caballa sin respetar los límites de pesca sostenible de la especie, iniciándose así una guerra comercial que hoy sigue librándose. Una disputa semejante a la que protagonizan los pescadores de langosta de Estados Unidos y Canadá, enfrentados por la explotación pesquera de este crustáceo que se está desplazando desde Nueva Inglaterra hasta aguas canadienses.
“Tenemos la oportunidad de evitar el conflicto sobre las pesquerías, que podría escalar las tensiones internacionales, amenazar nuestro suministro de alimentos, y reducir las ganancias y el empleo en todo el mundo”, concluye Pinsky convencida de que el problema aún tiene solución.
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