Plantean la "Cuarta Revolución Industrial"



La Cuarta Revolución Industrial afectará al planeta de forma “irreversible”

Fecha de Publicación
: 05/05/2018
Fuente: Agencia EFE
País/Región: Internacional


La cuarta revolución industrial (4RI) propiciada por el acelerado desarrollo tecnológico acarreará efectos en muchos casos "irreversibles" sobre la manera de aprovechar los recursos del planeta, los sistemas económicos y políticos e incluso la forma de pensar.
Así lo augura la decena de autores cuyos textos incluye “La Cuarta Revolución Industrial desde una mirada ecosocial” (ed. Clave Intelectual), una suerte de diálogo multidisciplinar firmado por “una nueva generación de ecologistas”, según ha explicado a Efe la coordinadora del proyecto y coautora Paz Serra, para tratar de definir el impacto socioambiental de la revolución digital.
Serra cree que es necesario “introducir el debate aquí porque queremos que España mire hacia el futuro” en un contexto global y porque en este campo “aunque hay textos en inglés y en francés, casi no se ha investigado en castellano” hasta ahora.
La iniciativa, impulsada por la organización EcoPolítica con el apoyo del eurodiputado Florent Marcellesi -autor, además, del prólogo-, cuestiona si la 4RI es sostenible, deseable o si es siquiera posible, considerando no sólo sus consecuencias sociales y laborales sino también los propios límites del planeta.
Relevo generacional
Las firmas incluyen a especialistas en distintas áreas, desde la antropología social -representada por Emilio Santiago- hasta el ecofeminismo -Angélica Velasco- o la climatología -Jonathan Gómez Cantero-, entre otros.
Todos beben de reflexiones de pensadores más veteranos, como Jorge Riechmann, Alicia Puleo o Carlos Taibo.

¿Es posible la 4RI?
En clave económica, el investigador de la Fundación FUHEM José Bellver analiza “si, para empezar, disponemos de recursos suficientes para desplegar la 4RI” y su conclusión es rotunda: la revolución como tal no sólo puede suceder sino que “de hecho ya está ocurriendo” pero “lo que no es posible es universalizarla, que tenga un alcance más allá de una minoría”, ha precisado a Efe.
En su capítulo, Bellver disecciona la promesa de la “economía desmaterializada” y la esperada “era de la abundancia” y concluye que “las cuentas no están claras” porque el desarrollo técnico y científico requiere materiales cuyos picos de producción “en algunos casos ya han sido superados” y conlleva una demanda energética “difícil de satisfacer”.
Incide además en “la dinámica paradójica” que se manifiesta, por ejemplo, en el transporte: “cada vez producimos coches más eficientes y que emiten menos CO2 por kilómetro…, pero cada vez recorremos más kilómetros”.
El prólogo del libro advierte asimismo sobre la huella ecológica de las TIC, recordando que la “nube” donde se almacena “nuestras fotos y ficheros variopintos” en realidad “es todo menos una nube inmaterial: son miles de servidores necesitados de energía barata y continua” para seguir funcionando, aduce Marcellesi.

Un enfoque filosófico
Respecto al movimiento transhumanista y su obsesión por “reconfigurar” al Homo Sapiens con ayuda de soluciones como la inteligencia artificial, la doctora en filosofía Carmen Madorrán alerta sobre la irreversibilidad de los cambios en la vida humana, por lo que también insta a guardar “un elemental principio de precaución”.
Madorrán explica que una aplicación efectiva de las teorías transhumanistas conllevaría “una modificación sustancial de lo que somos como personas” tanto física como intelectualmente, hasta el punto de que “incluso se habla de un híbrido moralmente mejorado”.
En su caso personal, ha declarado carecer de “fe ciega” en la robótica, pues considera que “las cosas más complicadas de resolver entre humanos precisan de un diálogo y de una deliberación democrática para llegar a un acuerdo de hacia dónde continuar y cómo organizar nuestras sociedades”.
Centrar esfuerzos en el desarrollo tecnológico planteándolo como solución a las crisis actuales equivale a “dejar de lado nuestra responsabilidad y eso, como sociedad, es mucho decir”.
Esta experta concluye que “tenemos un compromiso” con “las personas y seres vivos que sufren la crisis ecológica que ya está aquí” y otro, “con las generaciones futuras”.
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