De bosque mediterráneo a matorral



El bosque mediterráneo se convertirá en matorral en 100 años

Fecha de Publicación
: 22/06/2017
Fuente: EFE
País/Región: Europa


Una investigación de la Universidad de Córdoba (UCO) en colaboración con la de Wageningen, en los Países Bajos, ha desvelado que el bosque mediterráneo se reducirá prácticamente a matorral en 100 años por los efectos del cambio climático.
La UCO ha informado en un comunicado de que el cambio climático es un asunto de gran actualidad en cumbres y eventos a nivel internacional que ocupa parte de los esfuerzos de la comunidad científica que estudia qué está en riesgo y que le espera al mundo.
Previsiblemente, el fenómeno del calentamiento global conducirá a que, aproximadamente, en unos cien años las temperaturas aumenten de dos a tres grados centígrados y disminuyan las precipitaciones.
Esta cuestión es la que llevó a un grupo de investigación de la UCO, liderado por el profesor de Ecología, Rafael Villar, a estudiar minuciosamente cómo reaccionan las plantas ante ese aumento de temperatura, cómo responden ante la sequía y cómo se recuperan las distintas especies.
Este grupo de científicos ha centrado su estudio en uno de los puntos calientes de la biodiversidad en España como es el bosque mediterráneo.
El trabajo de investigación concluye que el bosque mediterráneo va sufrir mucho más las consecuencias del cambio climático que el matorral propio de este ecosistema.
En unos cien años este tipo de paisaje se transformará y será predominantemente de matorral, puesto que las especies típicas de la zona como el madroño o el alcornoque irán desapareciendo.

El bosque mediterráneo
Según su investigación publicada recientemente en la revista “Plant Biology” las especies vegetales de este tipo persisten al incremento de temperatura y falta de agua regulando el tiempo que dedican a realizar la fotosíntesis.
Es decir, si el proceso vital para la planta de absorber dióxido de carbono y expulsar agua es algo habitual que desarrollan durante la mayor parte del día, éste se reduce en verano y más en épocas de sequía, principalmente para ahorrar agua.
La planta absorbe el CO2 a través de la apertura de los estomas de las hojas -las dos células oclusivas que forman parte de la epidermis de dicha planta- y al tiempo expulsa el agua al aire a través de estos mismos.
En primavera la apertura de la planta al exterior es elevada y la tasa de fotosíntesis es muy alta mientras en verano los valores bajan y en otoño, con las lluvias, la planta se recupera y crece.
De este modo, en épocas de sequía, las plantas reducen drásticamente esa apertura al exterior a dos horas al día aproximadamente y lo hacen a primera hora de la mañana.

Matorral
La investigación coordinada por el profesor Villar determina que mientras que el matorral – especialmente las jaras- sufre mucho la sequía e incluso pierde hojas, con la lluvia es el primero que se recupera.
El matorral tiene más plasticidad fenotípica lo que le permite modificar con facilidad sus características y adaptarse a las condiciones ambientales del momento.
A esto se suma la estrategia de las jaras de colonizar rápidamente el terreno, ya que son las primeras especies en colonizar  el terreno tras un incendio o una sequía.

Alcornoque
Sin embargo, según el mismo estudio, la reacción de los árboles del bosque mediterráneo no es la misma, ya que los alcornoques no tienen tanta plasticidad fenotípica y aunque no sufren tanto la sequía y se mantienen más constantes ante los cambios estacionales, la recuperación es más lenta.
Si a esto se une que para producir semillas se necesitan entre 20 y 30 años,  que éstas sólo persisten unos meses,  que -además- sirven de alimento para muchos animales por lo que desaparecen con rapidez,  el alcornoque se convierte en una especie vulnerable para su conservación de cara al próximo siglo.
Según la investigación el bosque mediterráneo va sufrir mucho más las consecuencias del cambio climático que el matorral propio de este ecosistema. En unos cien años este paisaje se transformará y será predominantemente de matorral, puesto que las especies típicas de la zona como el madroño o el alcornoque irán desapareciendo. A esta disminución de especies también contribuirá la epidemia de la seca, un problema que hoy por hoy trae de cabeza a los propietarios de las dehesas.
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