Como podría ser el efecto Trump sobre el acuerdo de París



¿Cómo y cuánto afectará Trump a los esfuerzos contra el cambio climático?

Fecha de Publicación
: 19/01/2017
Fuente: La Vanguardia (España)
País/Región: Internacional


Desde que se postuló como potencial candidato a la presidencia, Donald Trump ha mostrado activamente su escepticismo ante la existencia del cambio climático, la influencia que el hombre pueda tener en él y la utilidad de las políticas de mitigación de la era Obama. Trump ha condenado las políticas de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), aseguró que el calentamiento global era una farsa inventada por China para reducir la productividad de la industria americana y prometió retirar a Estados Unidos del acuerdo de París.
Dicho acuerdo es de gran importancia ya que se propone reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) – el principal causante del calentamiento global – a valores que permitan mantener el calentamiento por debajo de 2ºC en relación a las temperaturas de tiempos preindustriales.
Estados Unidos es el segundo emisor de CO2 después de China contribuyendo en un 11.2% al total de emisiones mundiales. En París, se acordó una reducción de 6.3 giga toneladas anuales de CO2 a nivel mundial para el año 2025 y los Estados Unidos prometieron responsabilizarse de un 25.4% de estas emisiones. Así pues, Estados Unidos tiene un papel muy importante en el Acuerdo de París y, si Trump decide no cumplir el acuerdo, es muy probable que los objetivos del acuerdo tampoco se consuman. Incluso teniendo en cuenta que los gobiernos estatales tienen cierto nivel de independencia gubernamental, los números no son esperanzadores.
En un artículo en The New York Times, Jasmine Lee y Adam Pearce apuntaban que, del total de emisiones que E.E.U.U ha propuesto reducir en los próximos 8 años, sólo entre un 5 y un 25% están relacionadas con propuestas independientes del gobierno federal. El otro 75-95% dependen del gobierno Trump y pueden ser canceladas si este así lo desea. Esto significa que los gobiernos estatales tienen muy poco margen de maniobra para amortiguar las políticas anti cambio climático del gobierno Trump.

El equipo Trump y sus intenciones
Pero ¿por qué tal obsesión con negar el cambio climático y cancelar las políticas de mitigación? La respuesta es sencilla: las políticas de mitigación reducen el beneficio que las grandes multinacionales – con las cuales él tiene negocios e influencias – pueden generar. Y es que no hay que olvidar que Trump no es un político sino un magnate y, como tal, su objetivo son exclusivamente sus negocios. Desde su nombramiento como presidente electo, ha formado equipo de gobierno con numerosos negacionistas y multimillonarios con tal de asegurar que sus objetivos se cumplan. A continuación se muestran los perfiles de cuatro de los miembros de su equipo que tendrán mayor influencia en las políticas de cambio climático:

Scott Pruitt, Administrador de la Agencia de Protección Ambiental (EPA)
La EPA es el órgano de gobierno encargado de la regulación ambiental y es el más influyente en cuanto a las políticas de cambio climático. Pruitt no cree que el cambio climático esté causado por el hombre. Está vinculado económicamente con grandes multinacionales del petróleo. Con ellas inició pleitos contra la EPA con tal de impedir la aprobación de gran cantidad de leyes de regulación medioambiental. Un administrador como Pruitt no podría retirar las leyes existentes en materia de cambio climático y regulación ambiental pero sí que podría ablandarlas en beneficio de las multinacionales del petróleo con las cuales está vinculado personalmente.

Rex Tillerson, Secretario de Estado
El Departamento de estado fue una figura clave en las negociaciones del acuerdo de París. Además, es uno de los encargados de poner en práctica las políticas de reducción de gases de efecto invernadero acordadas en dicho acuerdo. Tillerson parece creer en el cambio climático, pero está directamente vinculado con las grandes multinacionales del petróleo como jefe ejecutivo de la empresa Exxon Mobil. Por lo tanto, los intereses globales y del departamento de estado a nivel de cambio climático chocan directamente con sus intereses económicos personales.

Rick Perry, Secretario de Energía
El Departamento de Energía es uno de los principales financiadores de investigación en materia de energías renovables i cambio climático. Perry ha criticado activamente la existencia del cambio climático y tachó de falsos profetas a activistas como Al Gore. Bajo su dirección, las prioridades del departamento de energía a nivel de investigación pueden cambiar en gran medida.

Ben Carson, Secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano
El departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano ha fomentado durante los últimos años el desarrollo de viviendas energéticamente sostenibles y ha incentivado el uso de energías renovables en ellas. También está a cargo de ayudar a las comunidades a adaptarse al cambio climático o a mudarse a nuevas localidades si la adaptación no es posible. Carson se ha pronunciado abiertamente en contra de teorías tan bien contrastadas como el cambio climático y la evolución. Bajo su dirección, regiones como Florida que en los últimos años está experimentando inundaciones diarias debido a la subida del nivel del mar podrían dejar de recibir las ayudas de 400 millones de dólares que les permiten combatir los efectos del cambio climático.

El poder real de Trump
El perfil de los miembros del gabinete de Trump deja bastante claras sus intenciones y generan gran inquietud en aquellos que dan gran importancia a las políticas de mitigación del calentamiento global, y con razón. Trump ostenta la presidencia, mayoría en el Congreso y en el Senado entre otros poderes y esto le da gran libertad de movimiento para aplicar sus políticas.
Aun así, la minoría demócrata aún tiene alguna oportunidad para ponerle las cosas difíciles a Trump. El congreso estadounidense permite a los congresistas votar de una forma más independiente que nuestro congreso. Esto significa que los congresistas pueden votar en contra de propuestas provenientes de su propio partido. Hay varios congresistas republicanos que creen en el cambio climático y que se han pronunciado en contra de las políticas de Trump. Por lo tanto, es posible que los demócratas reciban ayuda esporádica de algunos republicanos y puedan frenar a Trump en algunas ocasiones. Sin embargo, algunos de los congresistas demócratas representan estados con gran número de votos republicanos o estados que han pertenecido históricamente al partido opositor.
Predecir hasta qué punto su mandato va a resultar dañino resulta extremadamente difícil”
Ponerse sistemáticamente en contra de las políticas republicanas podría costarles la reelección a nivel estatal al no defender los intereses de un gran número de votantes. Estas circunstancias podrían llevar a dichos demócratas a no votar en contra de algunas de las iniciativas anticlimáticas de Trump. Con tal panorama y sumado al hecho de que Trump parece cambiar su posición cada cinco minutos en función de sus intereses personales, predecir hasta qué punto su mandato va a resultar dañino resulta extremadamente difícil.

La ciencia se arma contra Trump
Tan pronto como fue elegido presidente electo, Trump empezó a mover ficha contra las políticas de cambio climático. No sólo puso negacionistas al frente de los departamentos más influyentes en materia de política ambiental. En un intento de generar miedo y frenar a la comunidad científica, pidió al Departamento de Energía los nombres y correos electrónicos de todos aquellos empleados que han trabajado o investigado sobre el cambio climático en los últimos 5 años y amenazó con cortar la financiación destinada a investigación en materia de cambio climático.
La comunidad científica de todo el país ha sumado esfuerzos en un proyecto para copiar y preservar los datos de la EPA sobre el cambio climático”
La comunidad científica no ha tardado en reaccionar y se ha puesto manos a la obra para proteger a sus miembros y a todo el trabajo hecho hasta ahora y por venir. El Departamento de Energía ha aprobado una nueva política de integridad que asegura la libertad de trabajo y expresión de sus científicos.
Paralelamente, la comunidad científica de todo el país ha sumado esfuerzos en un proyecto para copiar y preservar los datos de la EPA sobre el cambio climático. Este proyecto ha nacido como resultado de la perdida de datos por parte de la EPA durante el primer mes de gobierno de la era Bush después de unos ‘ejercicios de mantenimiento’ en su página web. Por otro lado, la Ecological Society of America junto con otras treinta sociedades e instituciones del ámbito de la investigación han mandado una carta y una petición a Trump demandando la creación de un puesto de Asistente de Ciencia y Tecnología Presidencial que aconseje al futuro presidente en dichas materias.
Se acercan tiempos oscuros para los que trabajamos en temas relacionados con el cambio climático. Está claro que Trump y su séquito no nos lo van a poner fácil. Pero nosotros tampoco se lo vamos a poner fácil a ellos. Si algo nos ha enseñado nuestro oficio es que la clave del éxito yace en no rendirse por imposible que sea el objetivo.
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