La industria de cruceros y el gran impacto en el planeta

Los ‘nefastos’ impactos ambientales de la industria de cruceros

Fecha de Publicación
: 30/11/2016
Fuente: Ecoticias
País/Región: Internacional


Las políticas de turismo sin control que han impulsado Barcelona, Islas Baleares, Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, y los cambios en las rutas tradicionales en el Mediterráneo por la inestabilidad en algunos países, han provocado una situación insostenible y una fuerte contestación de las poblaciones locales. Protestas que se dan a escala mundial en numerosos puertos desde el Caribe hasta el Mediterráneo, como ha ocurrido con el reciente caso del crucero de lujo Crystal Serenity por el Ártico. Se trata de la expansión de un mismo patrón global que, operado por capitales internacionales, concentra beneficios astronómicos y externaliza los costes sobre las poblaciones y el medio ambiente sin encontrar límites a su ambiciones. Según datos de la Organización Mundial del Turismo, el 88% de la oferta mundial está controlada por tres grandes compañías navieras: Carnivale Corporation Plc, Royal Caribbean Ltd. y Star Cruises. Entre las navieras es habitual registrar los barcos en paraísos fiscales y utilizar banderas de conveniencia para evitar normativas laborales y ambientales y evadir impuestos.
Entre los mayores impactos causados por esta industria están las emisiones contaminantes que lanza a la atmósfera. Un crucero medio (de 2.000 a 3.000 pasajeros) consume la misma energía que unos 12.000 coches, utilizando un fueloil pesado 100 veces más tóxico que el diésel que utilizan automóviles y camiones, ya que contiene hasta 3.500 veces más de contenido de azufre. Un combustible que está prohibido en tierra, donde es considerado un residuo peligroso que exige un tratamiento altamente costoso. Sin embargo se permite su uso en el transporte marítimo por la débil regulación internacional sobre el sector, que incluso le ha dejado fuera de los acuerdos de la COP21 sobre el clima, junto al sector de la aviación. Ecologistas en Acción alerta que, de seguir como hasta ahora, la mayoría de las emisiones en los puertos (CH4, CO, CO2 y NOx) se multiplicarán por cuatro hasta 2050, año en el que alcanzarían aproximadamente 70 millones de toneladas de CO2 y hasta 1,3 millones de toneladas de NOx. Los efectos sobre la población y sobre el clima tendrían consecuencias devastadoras.
Las emisiones se multiplican cuando hablamos de grandes naves, de 6.000 hasta 10.800 pasajeros, como es el caso de Harmony of the Seas. La naviera propietaria de este barco, Royal Caribbean, publicita los avances tecnológicos que han incorporado para mejorar su eficiencia energética, pero la realidad es que este gigante consume un 35% más que los cruceros antiguos, unos 2.500.000 litros de fueloil al día, que según datos de Amigos de la Tierra es el equivalente al consumo energético de más de 77.000 hogares estadounidenses. Según el que publica anualmente la organización alemana NABU en relación al desempeño de la industria europea de cruceros respecto a sus emisiones contaminantes, el 100% de las naves queman fueloil pesado y el 80% no utiliza ningún sistema de limpieza de gases de escape.
Hay que tener en cuenta que los cruceros navegan cerca del litoral, por lo que sus emisiones afectan más directamente la salud de sus poblaciones y ecosistemas que las emisiones de los buques que navegan en ultramar. Esta situación se agrava cuando atracan en puerto, ya que continúan quemando fueloil para mantener sus instalaciones activas en las terminales que están "enganchadas" a la ciudad, como es el caso de Barcelona, ciudad que viene incumpliendo los valores de calidad del aire legales y de protección de la salud de forma sistemática.
Por todo ello, Ecologistas en Acción reclama una regulación fuerte y obligatoria sobre el sector de cruceros y el transporte marítimo en general, como lo están haciendo los puertos del Norte de Europa, que limitan la entrada a la zona litoral a los barcos que utilicen fueloil marino. El Mar Báltico, el Mar del Norte y el Canal de la Mancha han establecido un Área de Control de Emisiones de Azufre (Sulphur Emission Control Area, SECA, en inglés) que impone límites más estrictos al contenido de azufre de los combustibles marinos desde enero del 2015 (máximo de 0,10% azufre en masa en comparación con el 3,5% que se permite en los puertos del Mediterráneo). En tan solo un año de aplicación, estos puertos han visto disminuir su contaminación en más del 50%. Los puertos del Báltico están trabajando para limitar además el contenido de óxidos de NOx, como ya hacen Estados Unidos y Canadá. La organización ecologista reclama asimismo la electrificación para la conexión de los barcos a la red eléctrica local cuando están atracados, al igual que efectúan ya más de 10 puertos europeos.
Además de reducir la contaminación, Ecologistas en Acción reclama que sean los Ayuntamientos los que definan la política de cruceros y no las autoridades portuarias de titularidad del Estado, dado que supuestamente es una actividad en beneficio de la ciudad. Hay que recordar que la mayor parte de los puertos europeos son municipales, como es el caso de Rotterdam, el mayor puerto de Europa. Es necesario regular los aspectos económicos, fiscales, sociales y ambientales (además de la polución están temas importantes como la gestión de residuos, la contaminación marina, etc.) y establecer límites en el tamaño y número de cruceros según la capacidad de carga de la ciudad.
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