Bangladesh a contrarreloj por el cambio climático



Bangladesh repara sus muros costeros a contrarreloj para protegerse del cambio climático

Fecha de Publicación
: 15/08/2016
Fuente: La Vanguadia (España)
País/Región: Bangladesh


La naturaleza no ha sido generosa con Bangladesh. Parece una señora colérica, que se ensaña con estas tierras bajas y abundante en cursos fluviales con una furia que reciben pocas naciones de la Tierra. Ciclones, lluvias torrenciales durante los monzones, periódicas inundaciones que luego devienen en temperaturas extremas y sequías castigan a este país.
Este país es uno de los más pobres del mundo, y con una de las mayores densidades de población: sus 156,6 millones de habitantes viven en una superficie de 147.000 kilómetros cuadrados (poco menos que la suma de Andalucía con Castilla-La Mancha), y de ellos un 40% vive debajo del umbral de la pobreza.
Los desastres naturales golpean constantemente su maltrecha economía. Según el Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres, entre 1979 y 2008 casi 200.000 personas murieron y 229 millones de habitantes fueron afectados por inundaciones, tormentas y deslizamientos de tierra. El coste económico fue de 5.600 millones de dólares.

Una red que salvó al país
Y los desastres serían peores de no existir la red de pólders que Bangladesh ha construido en las décadas del 60 y 70. Un pólder es un terreno pantanoso que se gana al mar tras levantar muros o diques de contención, que permiten que el terreno drene el agua y se utilice para cultivos, como arrozales.
De los 123 muros se han levantado para regular las riadas y de ellos, 49 se enfrentan a las aguas del Golfo de Bengala para evitar las inundaciones. Así, se protegen 1,2 millones de hectáreas de la furia de la naturaleza.
Bangladesh es un delta llano y bajo, donde confluyen tres grandes ríos: Jamuna (también conocido como Ganges), Padma y Meghna. Como Holanda, tiene al pólder como la salvación de la ingeniería para que el país sobreviva, ya que la mayor parte de su territorio está al nivel del mar, y un 10% está por debajo de este nivel.
Pero el cambio climático llega como una espada de Damocles sobre el futuro de estas tierras. Y se presenta como los cuatro jinete del Apocalipsis: un aumento en la frecuencia y severidad de los ciclones tropicales, lluvias más intensas e irregulares en los meses del monzón (de junio a octubre), el deshielo de los glaciares del Himalaya, y el más amenazante de todos, una subida en el nivel del mar.

La amenaza de las aguas
Al ser tan llano, las aguas no tiene nada que resista su invasión. Si el mar subiera un metro su nivel, el 50% del territorio quedaría inundado. Además de los miles de muertos y millones de refugiados climáticos, sería el golpe de gracia para su frágil vida económica, basada en la agricultura, y en las ciudades, en la industria textil.
El problema inmediato al que se enfrentan la población es que los diques están deteriorados por la falta de mantenimiento: de los 123 muros costeros e internos, al menos 44 pueden ser fácilmente sobrepasados si llegara un violento ciclón, como fue el de Sidr, que en el 2009 inundó los hogares de 3,45 millones de personas.
Si para el 2050 sucediera un fenómeno similar, los perjudicados serían unos 10 millones y las aguas podrían subir tres metros, dice un informe del Instituto de investigación de efectos climáticos de Potsdam.
“Todos quieren involucrarse en el manejo de los pólders, pero nadie quiere asumir el coste económico de su mantenimiento” dice Marie-Charlotte Buisson, directora del Proyecto Ganges de la ONG CPWF (Challenge Program on Water Food).
En concreto, el mantenimiento de estas estructuras requieren una coste anual de 18 millones de dólares, pero para adaptarse a resistir los continuos fenómenos climáticos, necesitan una inversión de 900 millones, demasiado dinero para un país donde el PIB per cápita no llega a los 1.000 dólares anuales.
Es un cálculo a la baja, porque la Junta de Desarrollo del Agua de Bangladesh (BWDB) lleva el cálculo a los 2.000 millones necesarios para recomponer los pólders.
Otro problema que acarrean estas construcciones hidráulicas es que los ríos que los rodean traen un gran caudal de sedimentos, lo que causa un fenómeno de anegación que arruina las estructuras. Además, la falta de mantenimiento también lleva a que grandes extensiones de cultivos, que se inundan fácilmente, permanezcan mucho tiempo bajo aguas anegadas, lo que arruina las cosechas e imposibilita que la tierra pueda reutilizarse para otros cultivos.
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