Exodo climático en Alaska



Alaska: El drama del éxodo climático

Fecha de Publicación
: 16/05/2016
Fuente: Diario Uno (Argentina)
País/Región: Alaska


Las comunidades costeras de Alaska empiezan a reubicarse tierra adentro por los impactos del cambio climático.
Esau Sinnok solo tiene 19 años y ya dedica su tiempo a ver cómo el mar se ha tragado tres campos de fútbol en los que ha jugado desde pequeño; tan pronto como sea posible él y el resto de los 649 habitantes de Shishmaref (Alaska) deberán abandonar la tierra que habitan desde hace miles de años.
Hogar de la comunidad esquimal Iñupiaq, Shishmaref, una isla a siete kilómetros del continente, al norte del estrecho de Bering que separa Estados Unidos de Rusia, ha perdido un kilómetro de costa en los últimos 50 años, la mitad lo ha visto Sinnok en sus menos de 20 años de vida.
Su madre, duerme más tranquila desde que el pasado verano vino a estudiar a Fairbanks, la ciudad más grande del centro de Alaska, porque como muchas otras mujeres de Shishmaref vive con la angustia de que una ola arrase la comunidad y se lleve por delante a sus hijos.
El cambio climático ha elevado la temperatura en Alaska entre 2 y 3ºC en el último medio siglo, más del doble que la media del resto del planeta, derritiendo la capa de hielo que ejercía de barrera protectora frente a la erosión y el impacto de tormentas que ahora devoran, con su acción conjunta, las comunidades costeras.
En 2001, Shishmaref votó reubicarse en tierra firme, a varios kilómetros de la costa, "una decisión inevitable pero para la que ninguno estamos preparados", lamenta Sinnok. "Los lazos culturales hacia nuestra tierra son enormes, sentimos que si nos movemos nos quedaremos sin hogar, sin el lugar donde están nuestros ancestros y nuestra identidad, no nos queda más remedio pero el sentimiento es terrible", explica.
Un informe de la Administración estadounidense estima que 180 pueblos de la costa de Alaska -el 86% de ellos habitados por comunidades indígenas-, están seriamente afectados por la erosión, de los que 24 deben ser necesariamente reubicados. Tres de ellos, Shishmaref, Kivalina y Newtok, ya han aprobado hacerlo. "No tenemos elección", explica Romy Cadiente, coordinador de la tribu Yupik de Newtok, un pueblo costero del delta del río Ninglick, 600 kilómetros al sur del estrecho de Bering.
Un informe de la Armada de Estados Unidos ha determinado que no hay manera de proteger el pueblo, ni ingeniería capaz de construir una barrera protectora en esas condiciones de erosión. Según ese documento, Newtok, que pierde 25 metros de costa al año, puede quedar completamente sumergido en 2017.
En colaboración con organismos estatales y federales, "la tribu ha decidido moverse a una nueva localización 16 kilómetros al interior, más elevada y segura", explica Aaron Cooke, arquitecto de la Universidad de Fairbanks, quien les ayuda en este proceso de reubicación desde hace siete años.

Casas móviles con esquís
Cooke ha diseñado para ellos una casa prototipo de madera móvil (colocada sobre unos esquíes de hierro gigantes), que es capaz de purificar el agua, reciclar los residuos y generar electricidad mediante unas baterías que almacenan la energía de colectores solares. Su plan original era construir la casa en Newtok y desplazarla a la nueva ubicación pero cuando el pasado octubre llegó a esta localidad con los materiales el mar acababa de "devorar" el embarcadero y no hubo manera de amarrar el barco.
"Afortunadamente, ya habían construido un embarcadero cerca de la nueva localización y dejamos los materiales allí", añade. Además, el mar se había tragado parte del vertedero local y la escuela flotaba sobre el río Ninglick: "La situación es terrible, todo ocurre más rápido de lo que puedas imaginar", subraya Cooke.
Desde hace unas semanas Cooke trabaja en Mertavik ("el lugar del agua dulce"), nombre indígena de la futura ubicación de Newtok, para construir la casa modelo con la ayuda de los miembros de la comunidad. La casa estará montada sobre esquís para que cuando el nuevo pueblo disponga de planificación urbana, saneamiento y el resto de infraestructuras básicas pueda moverse para adaptarse a ellas.
Los 230.000 dólares que ha costado han sido sufragados por la comunidad. ¿Pero quién paga el resto de viviendas y el coste del desplazamiento de todo un pueblo, estimado en 130 millones de dólares en el caso de Newtok? Los esquimales Yupik son gente sin recursos que viven de la subsistencia: de comer las focas que pescan y las aves migratorias que cazan en verano.

Ni son refugiados ni se benefician de ayudas por desastres
Cooke considera que de las 65 casas actuales (para 350 personas) solo 12 reúnen las condiciones para ser movidas en los esquíes gigantes, el resto deberán ser construidas y de momento solo 10 familias han conseguido ayudas para ello de la agencia federal para el manejo de emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés). "Newtok es una película de terror a cámara rápida, no hay manera de levantar un pueblo desde cero en los menos de dos años que va a tardar en desaparecer el actual", dice.
El presidente Obama, quien quedó profundamente impactado por la situación de estas comunidades durante una visita a Alaska el pasado verano, ha pedido autorización al Congreso para destinar 400 millones de dólares "para cubrir las circunstancias a las que se enfrentan estas comunidades por la subida del nivel del mar, la erosión y las tormentas".
"Aunque no es suficiente para recolocar a las comunidades, es un buen comienzo", reconoce Robin Bronen, abogada y directora del Instituto para la Justicia en Alaska, que trabaja para crear leyes a nivel estatal, federal e internacional que reconozcan legalmente la figura de los desplazados climáticos y prevean financiación para apoyarles. "Si uno de los países con más recursos no hace nada para reconocer estas personas, qué va a pasar en otros lugares ante un fenómeno creciente", se pregunta.
La odisea de esas comunidades no acaba con tener que dejar la tierra a la que llevan ligadas desde hace miles de años por un problema causado por otros. Desde el momento en el que deciden recolocarse dejan de recibir cualquier tipo de ayuda de las administraciones para infraestructuras. "Ninguna agencia gubernamental invierte en un pueblo cuyos habitantes han decidido moverse a otro lugar", advierte Cooke.
En comunidades que viven en condiciones tan precarias esto puede ser un problema serio, como ha ocurrido en Kivalina, que se ha quedado sin saneamiento porque sus habitantes no tenían forma de sufragarlo. Los arquitectos de Fairbanks les han diseñando un sistema, "parecido al baño de una caravana", que podrán mover a sus nuevas casas cuando se recoloquen.
El vacío jurídico y administrativo para hacer frente a los desplazados del cambio climático "es total y a todos los niveles", incide Bronen. Los habitantes de Newtok, Kivalina o Shishmaref no están incluidos en la definición de «refugiado», que solo incluye a las personas que se ven obligadas a buscar asilo fuera de su país a consecuencia de guerras, revoluciones o persecuciones políticas, no por fenómenos ambientales como el cambio climático. «Tampoco se benefician de las ayudas por desastres naturales porque su situación es consecuencia de un proceso, no de un evento en sí», añade la abogada. Bronen trabaja a contrarreloj para que el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas recoja la reubicación de personas que se ven obligadas a desplazarse debido a que las consecuencias del cambio climático tornan inhabitable su lugar de residencia.
Mientras tanto los habitantes de las remotas comunidades costeras del Noroeste de Alaska cuentan con miedo los días que quedan para que llegue el verano y pueda venir la última ola.
.

0 comentarios:

Buscar este blog

Blog Archive

Temas

Archivo de Blogs