Nómadas del cambio climático

Nómadas del cambio climático

Fecha de Publicación: 01/03/2010
Fuente: Público (España)
País/Región: Internacional



El ciclón de 2003 que arrasó Bangladesh mató a las últimas diez vacas que quedaban vivas del rebaño de Saleh, un ganadero de 34 años. "Cada año, los ciclones y las tormentas arrasan miles de campos y granjas. Arruinan nuestros negocios y tenemos que volver a empezar desde cero. Es una pesadilla", explica cansado. El ciclón Sidr, el más destructivo de los que han atravesado Bangladesh esta década, dejó 3.400 muertos y tres millones de desplazados en 2007. El último que ha visitado el país lo ha hecho esta semana, pero aún no hay un balance definitivo de daños.
Tras perder las últimas piezas de su ganado, Saleh se refugió durante unos meses en el boyante sector textil mientras preparaba su salida del país. "Ya no podía más. Un día me despedí de mi familia y me marché", explica en Madrid, adonde llegó en 2008. Ahora trabaja como camarero en un restaurante de comida española, junto a la Puerta del Sol.
Este año, la ONU calcula que la cifra de refugiados ambientales en todo el planeta ha alcanzado los 50 millones. Las estimaciones para 2050 varían. El baile de cifras oscila entre los 200 millones, según la Universidad de Oxford, y los 1.000 millones de la organización internacional Christian Aid. "La falta de estadísticas más concretas esconde la escasez de una voluntad de los estados para afrontar el problema", critica José Antonio Rubio, portavoz de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
"La falta de iniciativa política también impide determinar si la Convención de Ginebra de 1951 [la que reconoció por primera vez a los refugiados por motivos políticos y sirve como referencia desde entonces] es suficiente para aceptar su refugio ambiental o no", explica. Ante la indeterminación, algunos expertos han solicitado elaborar una convención especial para los desplazados ambientales.
Tras dar el salto a Ceuta en 2005, Saleh acampó junto a más de 100 compatriotas en uno de los bosques que rodean la ciudad. Hasta 2007, reclamaron que se les concediese un permiso de residencia y trabajo en España "porque no somos inmigrantes", recuerda. Al final, logró viajar a Madrid, pero sigue sin papeles ni protección de refugiado.

Aumento del nivel del mar
Además de las lluvias y del viento, Bangladesh será uno de los países más afectados por la crecida del mar. En 2.100, podría subir 59 centímetros, según los últimos cálculos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU. "En el peor de los casos, el 70 % del país quedará sumido bajo el agua", señala Rubio.
Ningún país del mundo reconoce los motivos ambientales como causa de asilo. Sin embargo, Nueva Zelanda ha dado uno de los primeros pasos al acoger a los ciudadanos de las islas Tuvula y Fiji, que desaparecerán por las subidas del nivel del mar. Las ONG critican que, en la cumbre del pasado diciembre de Copenhague sobre cambio climático, no se tratase la situación de los refugiados ambientales.
La subida de las aguas no es el único motivo de migración. Hay cuatro razones que provocan estos desplazamientos: los desastres naturales (el tsunami de 2004, el huracán Katrina, el terremoto de Haití...), el cambio climático (el aumento del mar, por ejemplo), los accidentes industriales y megaproyectos (Bhopal, Chernobyl o grandes explotaciones) y la desertificación.
Esta última será la causante de gran parte de los desplazamientos. Uno de los principales manantiales de refugiados que buscarán hogar en Europa será el Sahel, la franja desértica que recorre el norte del África subsahariana.
Entre los que ya han llegado a España por este motivo está Salek, un mauritano de 37 años. El avance de las dunas sepultó su pueblo, Tomboyalí, una población pesquera de 20 familias en el sur de Mauritania. A pesar del clima seco del país, las lluvias junto a la frontera con Senegal también provocan grandes inundaciones.
En 2008, España concedió el estatuto de refugiado a 151 solicitantes, ninguna fue por motivos ambientales. En total, sólo se aceptó el 2,91% de las solicitudes. Según las ONG, la restricción española propicia que cada año sean menos las personas que solicitan protección en el país (2008 fue el año en el que se presentaron menos en los últimos 20).
Otro desplazado es Serigne Mbaye, pescador senegalés de 34 años. Él dejó de faenar hace cinco años, tras la llegada de los "grandes barcos" de las multinacionales, con redes de arrastre que arrasaron la flora marina, los bancos de pesca de mero y los pulpos de la región de Kayar. "Antes salíamos a pescar a pocos kilómetros de la costa, pero las multinacionales arrasaron y tuvimos que separarnos mucho de la tierra en busca de atunes. Eso es más peligroso y cuesta mucho más dinero por el gasoil", explica.
A los pocos meses, su hermano y él despiezaron su barca y la vendieron para repuestos de los pocos pescadores que quedaban. La mayoría de los que conocía en su región también zarparon rumbo a España, al igual que cientos de saladores de pescado, vendedores y transportistas, que perdieron sus trabajos.
Con el dinero que consiguió, se embarcó en un cayuco con 93 personas. En el pasaje había varios pescadores en su misma situación y africanos de otros países. "Al llegar a tierra, varios pedimos asilo, pero sólo se lo dieron a los que venían de países en guerra", explica.
Después de cuatro años, sigue sin papeles. Durante dos, vendió DVD en el Top Manta y ahora cuida de un anciano discapacitado.
La opción de zarpar en pateras o cayucos hacia España también es la solución desesperada de miles de africanos, "aunque la mayoría de los desplazados buscan cobijo en los países limítrofes a los suyos", apunta Rubio.

Más que las guerras
El Comite Internacional de la Cruz Roja (CICR) asegura que la degradación ambiental ya desplaza a más personas que las guerras. En total, este organismo cifra en 211 millones de personas las que han tenido que migrar por causas relacionadas directa o indirectamente con el deterioro del medioambiente.
La actuación de las petroleras en el delta del Níger, los desplazamientos de las grandes plantaciones en Colombia o la utilización de biocombustibles también están alimentando los éxodos.
El problema está en que para solicitar asilo, hace falta identificar quién ha motivado el desplazamiento. Por tanto, la esperanza de las ONG se centra ahora en lograr el reconocimiento de que la mano del hombre está detrás del cambio climático. "Entonces enfatiza Rubio, podremos reclamar".

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