Transgénicos problemáticos

Los transgénicos aumentan el uso de pesticidas y no ayudan a combatir el hambre ni la pobreza

Fecha de Publicación: 13/02/2008
Fuente: Europa Press
País/Región: Internacional


Los trangénicos incrementan el uso de pesticidas y no ayudan a combatir el hambre ni la pobreza, según un nuevo informe de la organización ecologista Amigos de la Tierra, presentado simultáneamente en Madrid, Bruselas (Bélgica), Kuala Lumpur (Malasia) y Lagos (Nigeria).
"Los cultivos transgénicos han fracasado al no aportar los grandes beneficios prometidos. En su lugar, nos encontramos con que el incremento en el uso de pesticidas provocado por estos cultivos suponen una amenaza para el medio ambiente y la población a escala global", señala en un comunicado el responsable de agricultura de la organización, David Sánchez.
Asimismo, el coordinador de la campaña de transgénicos de Amigos de la Tierra Internacional en Nigeria, Nnimmo Bassey, critica que la industria de los Organismos Modificados Genéticamente (OMG) dice a los africanos que necesitan cultivos transgénicos para afrontar las necesidades alimenticias de la población, cuando la mayoría de esos cultivos se utilizan para alimentación animal en los países ricos o para la producción de agrocombustibles.
Mientras, la coordinadora en Europa de esta campaña, Helen Holder, subraya que la UE hace bien en abordar los cultivos transgénicos con precaución. "Cada vez hay más evidencias de que en todo el mundo los métodos agrícolas más sostenibles proporcionan soluciones reales, al tiempo que desarrollan las economías locales y crean empleo en el medio rural", indica.
Según este nuevo informe, la introducción de los cultivos transgénicos ha provocado un aumento significativo en el uso de pesticidas. Por ejemplo, estudios del Gobierno estadounidense muetran un uso 15 veces superior del herbicida RoundUp (glifosato) entre 1994 y 2005 y otro del Gobierno de Brasil, un aumento de casi un 80 por ciento entre 2000 y 2004. Como resultado, aparecen cada vez más hierbas adventicias (o malas hierbas) resistentes al glifosato en todo el mundo, lo que provoca un incremento en los costes de producción de los campesinos y graves impactos ambientales.
Asimismo, el estudio recalca que los cultivos transgénicos no solucionan los problemas de hambre o pobreza, ya que se utilizan en su mayoría para alimentación animal y no para población empobrecida.
Por otro lado, advierte de que las multinacionales reclaman que el algodón transgénico ha supuesto un gran impulso para los rendimientos del algodón, contribuyendo a aliviar la pobreza entre los campesinos, pese a que estos incrementos en el rendimiento se deben a las condiciones climáticas favorables, la introducción de regadío y la compra de semillas mejoradas que no están modificadas genéticamente. Además, señala que en bastantes países, los campesinos que pagaron el coste adicional de las semillas transgénicas terminaron gastando el mismo dinero en insecticidas químicos que los campesinos que habían plantado algodón convencional.
Finalmente, el informe indica que menos del 2 por ciento de la superficie total de maíz cultivada en la UE está modificado genéticamente y cinco países han prohibido ya este maíz de Monsanto por las cada vez mayores evidencias sobre su impacto ambiental.

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